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Mad Warrior

Críticas de Mad Warrior

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Por Encima de la Ley Por Encima de la Ley 14-10-2022
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Ex-miembro de la C.I.A., 7.º dan y cinturón negro en aikido y con contactos en la mafia; un policía implacable, lacónico e incorruptible cuya única misión es aplicar justicia mediante sus propios métodos a todos aquellos que crean estar por encima de la ley. Su nombre: Nico Toscani.

En 1.988 nuestro querido Schwarzenegger aparecía en ¨Danko: Calor Rojo¨, Van Damme en ¨Contacto Sangriento¨, Stallone retomaba a su veterano de Vietnam con la tercera entrega de ¨Rambo¨ y Bruce Willis decidía pasarse a la acción con ¨Jungla de Cristal¨; no obstante todos estos tipos duros se habían iniciado poco a poco en la industria del cine, a base de pequeños trabajos hasta alcanzar el éxito. Steven Seagal no, él simplemente apareció, irrumpiendo cual apisonadora en el panorama hollywoodiense a raíz de ésta, su primera y quizás mejor película: ¨Por Encima de la Ley¨.
Emigrado a Japón con poco más de 20 años para convertirse en experto en artes marciales, este natural de Michigan de vida misteriosa y turbulenta y un carácter arrogante hasta la náusea se fraguó un nombre tiempo después como maestro de aikido, guardaespaldas y coordinador de secuencias de lucha en el cine, convirtiéndose en entrenador del mismísimo Sean Connery (a quien le dislocó el hombro por accidente durante un ensayo). Pero su gran ambición era llegar a ser actor profesional, algo que logró cuando el poderoso agente Michael Ovitz le presentó a los ejecutivos de Warner Bros., ansiosos de contar con su propia estrella de acción, para quienes acabaría realizando su sensacional debut.

El director contratado para el proyecto fue un Andrew Davis que estaba empezando a destacar gracias a ¨Código de Silencio¨, su anterior film, considerado el mejor de Chuck Norris (que tampoco es decir mucho), quien, aliándose con Seagal, ejerciendo de coreógrafo y productor, escribiría la historia, de claras referencias autobiográficas, aunque el hombre del aikido jugara a tergiversar ligeramente sus orígenes y sus tan difusas experiencias como supuesto agente secreto. Así comienza ¨Por Encima de la Ley¨, ofreciendo un pasado alternativo del actor, quien aparece en su ambiente predilecto (un dojo de entrenamiento) y bajo el nombre de Nico Toscani.
Todo ello antes de comenzar la trama, llevándonos al Vietnam de 1.973, durante los últimos estertores del espinoso conflicto; allí asistimos a la demolición de un concepto que casi siempre se ha visto en las películas sobre aquella guerra: no sólo mataban los vietnamitas, sino también los americanos, y muchos de ellos respaldados por organismos corruptos del gobierno. Este oscuro e intenso prólogo, que nos presenta el Mal enteramente encarnado en Zagon, traslada su acción a Chicago quince años más tarde, donde Nico vive apaciblemente con su familia y trabajando como policía en la brigada antidroga.

Pero esta tranquilidad va a ser interrumpida cuando Nico se vea inmerso en una enrevesada conspiración para asesinar al gobernador tras declararle la guerra a unos traficantes que comerciaban con explosivos; junto a su compañera Delores el astuto y duro policía deberá pararles los pies a asesinos profesionales y agentes corruptos al tiempo que sus superiores le hostigan constantemente. Con oficio, nervio y un talento innato para desenvolverse en la acción, Davis nos sumerge en una excitante cacería por la ciudad y en una trama llena de suspense donde se hace hincapié, una vez más, en la corrupción y ambición que tan presentes están en algunas organizaciones vinculadas con el Gobierno.
Todo ello mientras las negras sombras de la Guerra de Vietnam planean sobre la historia (no olvidemos que fue uno de los temas recurrentes durante los 80), sombras de las que indudablemente emerge toda la extrema violencia, crueldad e inhumanidad mostradas en la película, de cariz realista y auténtico por expreso deseo del actor. ¨Por Encima de la Ley¨ se perfila así como un policíaco visceral, seco, directo y desencantado (y no por ello menos dado al frenetismo y entretenimiento), heredero de aquellos ¨thrillers¨ realizados veinte años atrás y del espíritu de las novelas negras.

Mientras la emoción se acrecienta a raíz del duelo cara a cara entre Nico y Zagon, que conducirá la historia hacia un caótico e inolvidable final, Steven Seagal sorprende en el primero de muchos papeles similares que le darían fama y gloria en el futuro (o al menos por un tiempo); en las antípodas de los musculosos (super)héroes típicos de la década de los 80, éste ofrece una imagen fresca a raíz de introducir en el cine el aikido, mediante unas peleas dolorosas donde brazos y codos se rompen como plumas en el centro de la pantalla, a la vez que se esfuerza en una interpretación dramática y creíble, irrepetible en el resto de su filmografía (nunca volverá a actuar con tantos matices como aquí; incluso le veremos llorar).
Sirviéndose de su carisma e imponente presencia, Seagal logró hacer de su Toscani un moderno Frank Bullitt, un Harry Callahan de Chicago experto en artes marciales...en definitiva un héroe de acción en la mejor tradición del género. Le acompaña un notable plantel encabezado por la otrora reina del ¨blaxploitation¨ en los 70 Pam Grier (relegada sin embargo a un correcto papel secundario, a la sombra del protagonista) y el villano por excelencia del cine, Henry Silva, donde además tenemos a Chelcie Ross, Joe Greco, una Sharon Stone jovencísima y casi invisible aun dándose aires de gran actriz dramática y Ron Dean y Joseph Kosala, habituales del director, quien factura una de sus mejores obras.

El experimento se saldó con un gran éxito de taquilla, cuya recaudación casi triplicó su modesto presupuesto, convirtiéndose así en la primera de las muchas aventuras que Seagal protagonizaría para la Warner.
Pese a lo mal que envejeció el actor, encasillado para toda la eternidad en el cine de acción, ¨Por Encima de la Ley¨ se mantiene a día de hoy no sólo como el mejor trabajo de toda su carrera, sino como un auténtico clásico del género...por mucho que algunos lo duden o lo nieguen.


Vente a Alemania, Pepe Vente a Alemania, Pepe 14-10-2022
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Dejar la patria para ir a trabajar fuera es algo que los españoles llevamos haciendo desde siempre. Buscando dinero, buscando oportunidades, refugio o una salida...
Pero queda esa espina clavada. ¿Qué tendrá España que, pese a ser tierra de ladrones, pobreza e injusticia, la echamos tanto en falta cuando nos alejamos de ella? Y esa espina duele mucho.

Ese es el sentimiento que se palpa a lo largo de toda esta película por mucho que se mueva por los cauces del humor costumbrista de toda la vida; y es que su artífice es el sr. Pedro Lazaga, no sólo uno de los más grandes del género, sino de los mejores cronistas cinematográficos sobre aquellas épocas tan especiales para los españoles, como la del ¨boom¨ o la Transición. El director tuvo en Paco Martínez Soria a su mejor colaborador cómico, pero su nueva alianza con Alfredo Landa tampoco va a desmerecer, y tal vez el momento más recordado sea el de ¨Vente a Alemania, Pepe¨.
De la imaginación del buen dúo Vicente Escrivá/Vicente Coello se perfila esta historia de deseos, idas y venidas, risas y lágrimas, iniciándose desde esas amarillas tierras aragonesas que rodean Peralejos, un pueblecito como cualquier otro donde se va a misa, a tomar el tinto al bar de la esquina, a echar alguna que otra quiniela, sí...pero por la televisión se emiten programas donde aparecen unas mujeres que tienen a todos embobados. Y es que, aun con la presencia del General Franco, comienzan a asomar la libertad, la expansión y el progreso, y nada encarna mejor esos ideales que Angelino, recién llegado de Alemania y recibido como héroe.

Si algo bueno tiene Lazaga es su honestidad, y las intenciones de sus historias las deja claras desde el principio. Angelino como emisario de las delicias germanas, propagación del milagro de la emigración, que comparte con sus compatriotas ignorantes, quienes sólo pueden permitirse soñar...como Pepe; Pilar es realista y tan poco le gusta abandonarse al capricho de una tierra extranjera como convertirse su tierra en el capricho de los extranjeros cuando llegan las vacaciones. Sin embargo su novio sí ha sido embaucado...
El director efectúa la misma fascinación que embargaba a Soria tras aterrizar en la ciudad, y lo inevitable de la torpeza; Pepe viene para descubrir una verdad lo más alejada posible de las hazañas que les contaba Angelino: que en Alemania se vive de cualquier manera, excepto de sueños. Otro tipo de sueño asalta a los residentes de la pensión cuando nuestro aún alegre héroe desenvuelve sus pertenencias; Lazaga es inteligente y prefiere tratarlo todo a través de la óptica de la comedia, pero los sentimientos no engañan y podemos entender el grado de triste resignación al cual se han rebajado esos pobres que con tanto ahínco degustan el jamón, el vino y los chorizos, dejando a Pepe nada más que con las migas...

Aquí no hay tiempo de ilusionarse, ni siquiera de pensar en ligar (lo que ocuparán el 80% de las peripecias de aquél) pues la explotación es la base de la economía, y realizada por compatriotas españoles que sí han sabido sacar provecho de la codicia; la sensación de pérdida es terrible: la de ese humilde matrimonio que va a tener que renunciar a muchas cosas tras nacer su hijo, la de Pepe y Angelino, quienes se convierten en material de uso o cruel burla de los tiranos nativos (un ejemplo exagerado el del escaparate, pero no poco creíble), la de ese médico, encarnado por un soberbio Antonio Ferrandis, hace ya mucho tiempo acostumbrado a la soledad y la lejanía.
Veterano de la Batalla de Brunete (de los hechos más sangrientos de la Guerra Civil) y exiliado de su tierra por ¨no estar conforme¨, es muy fácil adivinar las intenciones de las crudas palabras de Emilio por mucho que se solapen con todo el cuidado debido a la censura (de estar realizado el film unos años después podría haberlo expresado abiertamente). Este fresco de personajes secundarios compone una sinfonía de extrema melancolía que huye del humor original y al que Lazaga prefiere apuntar para evitar el baño de lágrimas al espectador, al que por otra parte no es difícil llegar...

Y es que de ser la película despojada de todo rastro de comedia y ligereza, esto sería puro y duro neorrealismo de la escuela de De Sica o De Santis, con no pocos toques de Capra; llega cierto punto en que nos sentimos tan humillados, vapuleados y cansados como el pobre Pepe y sus queridos compañeros de pensión, cuyo único refugio al que pueden aferrarse para no terminar de perder su identidad española es ese pequeño bar que rezuma nostalgia por sus cuatro paredes. Lástima que la propia obra se boicotée a sí misma alargando el asunto de la bronca entre el protagonista y Pilar, algo menos creíble y más esperpéntico.
Incluso estos destellos de alocada comedia sólo sirven para volver a dejar un poso amargo en el espectador, inaguantable al llegar esa Navidad que el pobre Pepe debe pasar solo e inmundo; nunca apelará tanto Lazaga a nuestra complicidad como en ese instante, durísimo, donde aquél observa los bailes regionales típicos españoles por televisión. Quizás Landa da vida desde una necesaria exageración humorística a su héroe maño, pero su actuación es tan natural que su pena se contagia...

Y a quien no se le salten las lágrimas como a él durante ese momento es que no tiene auténtica sangre española en sus venas ni es capaz de comprender el alcance dramático al que aspira el cineasta. La conclusión es que el progreso y la adaptación a otra cultura para prosperar es un arma de doble filo muy poderosa. Puede que el optimismo termine por inundarlo todo (tampoco quiere Lazaga meter el miedo en el cuerpo de su público), pero su punto de vista y su discurso es más oscuro de lo que parece, de una crudeza que da escalofríos.
Pepe, lejos de convertirse en un reflejo de Emilio, alardea igual que Angelino de los beneficios que obtuvo del país alemán, olvidando el dolor. Dice que volverá; quizás lo haga y termine por acostumbrarse, por mimetizarse con el ambiente, y quizás ya nunca regrese a su tierra. Eso el director sí que lo piensa, pero no lo dice, y nos lo da a entender muy bien en este pequeño gran clásico de su tiempo.


Fuego Escondido Fuego Escondido 14-10-2022
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Gélida por fuera, moribunda por dentro y embargada por un deseo ardiente, quizás el de vivir de verdad, sin mencionar su melena pelirroja, rostro alargado, mejillas firmes, labios sensuales y mirada que a uno le remueve.
Será un nuevo álter-ego del prototipo de mujer que distinguió a Rita Hayworth profesionalmente hablando...

La clase de mujer capaz de trastocar la vida de un hombre y la amistad de dos. En la película anterior de Robert Parrish, ¨Lucy Gallant¨ (en castellano bautizada ¨Orgullo contra Orgullo¨), también éramos testigos de los esfuerzos de una empresaria por abrirse camino por sí misma desafiando todo tipo de convencionalismos, causando desconfianza en los demás y poniendo en una situación difícil al hombre que la ama. Retrato parecido el que se teje ahora alrededor de Irena, pero dotándola del sempiterno carácter de ¨femme fatale¨ que le atribuyeron a Hayworth.
El buen Irwin Shaw adapta una novela que el experto en literatura aventuresca Maxwell Catto escribiera poco antes, de nuevo bajo el pseudónimo de Simon Kent, y se lleva a términos de gran producción bajo el auspicio de Irving Allen y Albert Broccoli; más aún, significa el regreso de la neoyorkina al cine tras otra mala época marcada por el divorcio y la decepción, en esta ocasión por culpa del casi acabado actor y cantante Richard Haymes, a lo que se suma los asuntos de demanda a Columbia para acabar su contrato y librarse del posesivo Harry Cohn. Cuatro años transcurren entre ¨La Bella del Pacífico¨ y la que nos ocupa (con cuya protagonista, Sadie, también se comparte cierta semejanza...).

Como ella, los otros protagonistas de la historia no precisan de una concienzuda presentación; los marineros y contrabandistas Felix y Tony (justándose el veterano Robert Mitchum y el casi recién iniciado en la industria Jack Lemmon, los dos evidenciando una falta de química absoluta) se muestran y dicen como son nada más aparecer en pantalla. Filmada en Trinidad y Tobago, la fotografía de Desmond Dickinson nos asalta las retinas gracias a la intensidad del Technicolor, y realmente sentimos el calor de estas localizaciones caribeñas, de las que se extrae un atractivo exotismo, al que se suma el de la misma actriz.
Mala maniobra la del guión de destriparnos su pasado a poco de cinco minutos de haber aparecido, pues si algo debe poseer un personaje de Hayworth es misterio y secreto hasta las últimas consecuencias; lo que impulsa la trama es trasladar a esta eterna deambuladora de territorios a un sitio seguro lejos de los agentes de inmigración, pero su presencia, y como es lógico, termina de socavar la ya de por sí débil relación entre los hombres. Lo que más extraña es observar los cambios de carácter tan bruscos de esta pelirroja, mal definida se mire por donde se mire, y lo mismo sucede con ellos.

Entre preciosas playas caribeñas, calor sofocante y una secuencia de fiesta frenética donde tendremos que soportar ver a Hayworth contonearse por cuatro minutos sin ninguna justificación (uno de esos instantes típicos del Hollywood de la época que tanto demandaban los productores para atraer al público), se mezclan el drama y el romance y toma mucha importancia el valor de la amistad...sin embargo narrado de un modo tan tedioso que es imposible escapar del sopor. Algo de aventura a la antigua usanza asoma cuando la primera parte del film termina, de repente, sin previo aviso, dejando miles de situaciones por resolver.
No es muy inteligente (ignoro si está también confeccionada así la novela) construir un creciente suspense y tensión basada en las emociones alrededor de unos personajes de fuertes personalidades y torturadas existencias para luego desviar la atención e iniciar un nuevo argumento; de hecho estamos viendo otra película distinta, y por cierto sólo protagonizada por Lemmon, quien se esfuerza al máximo por hacer sobresalir sus dotes dramáticas. Esta película se desarrolla en el interior de una embarcación cuya carga puede explosionar de un momento a otro tras haber chocado con otro barco.

Ahora, más que en una producción de Irving Allen, pareciera que estemos en una de Irwin Allen, como si esto fuese la versión temprana del cine de catástrofes que explotará dentro de poco en Hollywood, centrándose la cámara de Parrish en otro tipo de tensión, la de la supervivencia y el esfuerzo de un equipo en una situación de rescate a contrarreloj; el actor de Massachusetts transmite al mismo tiempo compasión y desdén (es difícil entender al personaje), mientras por ahí deslumbra la presencia de Herbert Lom como el capitán. Como trama independiente se sostiene mejor que la anterior, pero no funciona compartiendo sólo la mitad del metraje.
En un mundo cinematográfico ideal ambas historias habrían aparecido separadas, en dos trabajos diferentes, por ello la nueva intervención de los casi olvidados Felix e Irena resulta atropellada, torpe, extraña, una maniobra de melodrama de serie ¨B¨ flojo, cuyo hedor lleva impregnándose desde el principio. Y termina Parrish de rematar estas vueltas de tuerca incomprensibles con una dosis de moralina innecesaria (hasta veremos a un doctor haciendo las veces de confesor), tanto más cuanto que la relación entre el trío protagonista ni cambia ni se lleva a otros términos, simplemente se queda como está...

Al menos se nos podía haber mostrado qué sucedía con Felix e Irena en la isla mientras Tony sufría su calvario personal; de ser así el argumento habría ganado mucho, pero por desgracia no hubo esa suerte...
Aun apoyada en el carisma de sus actores (voy a destacar también a Bonar Colleano y Edric Connor) y su gran despliegue de medios, ¨Fire Down Below¨, y era de esperar, no entusiasmó como debiera a los críticos y fracasó en los cines. Todo lo anterior desaprovechado; un mal retorno para la que en otro tiempo fuera una de las diosas de Hollywood...


Mujer sin Pasado Mujer sin Pasado 14-10-2022
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Lo que los acusados oyen acerca de ellos no es su vida, es una sombra falseada de su vida, de lo que se deduce una verdad equivocada.
Una verdad oculta por miedo de descubrir un interior de pesar y tristeza; ¿de hacerse los sentimientos se desbordarían?

¿O sería más conveniente enterrarlos en un jardín marchito rodeado de un muro infranqueable de piedra caliza como los que rodean la bonita mansión solariega de la sra. St. Maugham? En ella tiene lugar un conflicto de emociones y secretos, convenientemente enclaustrados, en ella es donde toma forma y nace una de las obras más aplaudidas de la carrera de la inglesa Enid A. Bagnold, estrenada tras mucha dificultad a mediados de los 50 y aclamada por su retrato humano ingenioso, agudo y melancólico, en un marco de personajes compuesto en su mayoría por mujeres.
Tarda un tiempo en llegar su versión cinematográfica, después de ser cancelada por Paramount; el celebérrimo productor Ross Hunter se hará con los derechos y arma un casting de primer nivel que incluye a la prestigiosa Edith Evans (la primera opción, luego descartada, para encarnar a Maugham en la función teatral), John Mills, su hija Hayley (estrella rutilante del momento cuyo talento evidenció tanto para las comedias infantiles como para los dramas) y Deborah Kerr. Tras dirigir a Judy Garland en su último papel, el hábil artesano Ronald Neame se ocupa de trasladar el texto de la de Rochester, que, como de costumbre, mantiene algunas diferencias notables.

En la historia de ¨The Chalk Garden¨ entramos con los ojos de la srta. Madrigal, recién llegada a la casa, que de algún modo parece perder la madeja de desolación, la tristeza de DuMaurier y avivar su emoción de un modo distinto gracias a la suave fotografía en Technicolor de Arthur Ibbetson. No necesitamos de nuestros instintos; desde el primer momento los mismos individuos nos hablan de su atmósfera extraña, lo que acrecienta la sensación de agobio, reforzada por la gélida presencia de Maugham, la lucidez mordaz del mayordomo Maitland y sobre todo la fuerza arrolladora y despreciable que exhibe Hayley Mills como Laurel.
No para la invitada. Kerr revive a la Giddens de ¨Suspense¨, otra mujer a cargo de un misterio íntimo conducido por niños, aunque aquí se invierte su sentido y el que envolvía a Flora y Miles es transferido a la misma institutriz, mientras que la niña ocupa un drama definido por el odio y la tragedia familiar, cuya semilla está en unos referentes paternos ausentes, y regada con la áspera y falsa afección de una abuela cuya hija (Olivia) se decantó por la libertad y el amor verdadero en lugar de la castración y la obediencia abnegada, usando su poder para castigarla a través de su nieta (nada más que una ¨figurita de porcelana en una repisa con algunos defectos¨).

Neame maneja con sutileza la opresión que desprende este clima enrarecido, de malvada posesión disfrazada de amor benevolente, y figura esa incapacidad humana en un jardín exterior donde nada puede germinar, rodeado de muros, sin la presencia de abono ni luz solar; así, los aborrecibles actos de rebeldía, capricho y desdén de Laurel (Mills se esmera en lograr el nuestro desde que aparece en pantalla) esconden una soledad mucho más profunda, que sólo desea camuflar bajo el cinismo y la pretensión de dominio sobre todas las cosas. Maitland, otro ser torturado por el pasado traumático, tal vez intenta hallar en ella un sustitutivo de lo que perdió en un accidente de coche...
Pero alrededor de la institutriz, llegada de ninguna parte, sin pasado ni futuro, en apariencia transparente, se arremolina la auténtica intriga (que cual detective de novela barata intenta desentrañar Laurel y así nosotros, devorados por la incertidumbre). John M. Hayes, quien elaboró los guiones de ¨La Ventana Indiscreta¨ y ¨¿Pero quién Mató a Harry?¨, expone esos instantes de misterio con una absorbente sobriedad bien captada por el dominio de los elementos formales de Neame (claroscuros, movimientos de cámara, composición escénica (evidentemente teatral) ).

Con ello se elimina todo rastro del humor leve de la obra de Bagnold, y a su vez algunos personajes que aquí jamás aparecen (¿qué fue del extraño mayordomo del piso de arriba?) o ciertos detalles que caracterizan a los protagonistas y que cambian en función del enfoque melodramático de Hayes (por ejemplo, Kerr no logra captar la inmensa agonía de su institutriz como sí lo hizo Siobhán McKenna en su original papel teatral). Tampoco ayudan las (obligadas, por supuesto) tomas exteriores que salen de la mansión y rompen con el ambiente y el estilo.
A veces el director consigue, como en el encuentro de la anterior y Laurel a las orillas del acantilado tras su repentina huida, unas imágenes de sólido impacto dramático, si bien cuando de verdad pone de manifiesto su destreza es en otro instante de interiores: la revelación del atroz pasado de la institutriz (que debería de haberse retrasado hasta el final) o el duelo climático entre ésta y la abuela. Los ocasionales destellos de humor son meros añadidos torpes y fuera de lugar para rebajar la tensión psicológica y atmosférica (¿Mills enganchada a una rama por el cinturón de algodón de su vestido?, esto no es una de sus comedias de Disney, por favor...).

Tal vez el fallo más grande de Bagnold, y el mismo que comete Hayes, es dibujar una figura materna demasiado piadosa, postulándose como la única posibilidad de salvación para la niña desolada (esto, en opinión de un servidor, y dicho con conocimiento de causa, no es cierto de ningún modo).
Se persigue el alivio del público, típico del melodrama, pero jamás se revela el misterio sobre la niñera, un gran acierto. Sin ser un Sirk o un McCarey, el director de las futuras ¨Los Mejores años de miss Brodie¨ y ¨La Aventura del Poseidón¨ cumple otra vez y con creces su labor en el género.


Poli de Guardería Poli de Guardería 14-10-2022
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El panorama hollywoodiense está cuajado de celebérrimas estrellas de la acción, pero, ¿cuántas de ellas han sido capaces de funcionar en otros lindes con buenos resultados?
Seguramente ya no tantas, por lo menos en el género de la comedia.

Descartemos a Bruce Willis porque él venía precisamente de allí y a Jackie Chan porque el humor siempre ha acompañado su estilo, ¿con qué nos quedamos? ¿Con Sylvester Stallone? Desde luego que no. Puede que el forzudo austriaco que saltó a la fama encarnando a uno de los villanos más memorables de la ciencia-ficción sea el que mejor ha conseguido amoldarse a la comedia. Y ello lo demostró poniéndose en manos de Ivan Reitman en la inesperada (por los fans) ¨Los Gemelos golpean dos Veces¨. Aunque algunos lo nieguen eran los años de Schwarzenegger; cada película que hacía, las cuales no compartían el mismo género, arrasaba en taquilla como un huracán.
Su entrada en la década de los 90 junto a Paul Verhoeven en ¨Desafío Total¨ no pudo ser mejor, pero entre esta extrañamente fascinante maravilla del ¨cyberpunk¨ y la explosiva aunque muy innecesaria secuela de ¨Terminator¨, el actor se reuniría con Reitman, tras el (bendito) rechazo de Bill Murray, para volver a poner a prueba una vez más sus dotes para la comedia. Pero poco, o nada, puede hacer pensar al espectador que se halla ante una película de humor teniendo en cuenta el estilo y la atmósfera que reina en el primer tramo de la película, pues más bien parece que estemos ante un nuevo y musculoso ¨thriller¨ del austriaco, tan violento e irreverente como todos los anteriores.

Su álter-ego, John Kimble, tampoco se aleja de sus héroes de acción previos, un expeditivo agente de policía que hace las cosas a su modo y que luce aún más temible que el John Matrix de ¨Commando¨, cuya misión es cazar a Cullen Crisp, un peligroso y muy patético criminal al que ya está cansado de seguir la pista durante tantos años. Tras una graciosa referencia a ¨Terminator¨ (la búsqueda de la rubia luciendo Kimble unas pintas como las de Reese y llevando, para más inri, una escopeta escondida) Reitman subvierte el orden del policíaco y las claves de la trama asignando al protagonista una divertida compañera y haciendo viajar a ambos a la lejana Oregon para un trabajo de incógnito.
Y ese es encontrar a la esposa y al hijo de Crisp antes de que él los encuentre primero. En el avión unos niños sacan a Kimble de sus casillas, que los amenaza con partirlos por la mitad, signo inequívoco de advertencia, y muy conveniente ya que ese va a ser el peligro al que se tenga que enfrentar. Nueva sorpresa: para el espectador de la época, Schwarzenegger era invencible, así que, ¿cómo imaginar al gigante del cine de acción, quien ya se había enfrentado a terroristas, asesinos, policías corruptos y seres de otros planetas, viéndose acorralado, desquiciado y sometido por unos niños de guardería?

En eso radicaba el alma del film. Durante un buen trecho, y pese a ciertas intromisiones de Crisp y la zorra de su madre, mil veces peor que él, el director desata la diversión en torno a esos niños que se disponen a hacer de la vida del policía un auténtico infierno, mientras un romance asoma entre éste y la madre de uno de sus alumnos. Tan poco tarda Kimble en ganarse el afecto y el cariño de los profesores y los pequeños, trastos y peculiares como ellos solos (bueno, así son los niños...), con el añadido de dejar sin aliento a toda madre soltera que se le cruza en su camino, como el del público.
Reitman y sus guionistas no cambian la mentalidad del héroe, que en ningún momento deja de actuar como policía, por lo que sabe que la disciplina es el camino más adecuado para educar a los niños, y eso mismo quieren hacernos saber. Kimble deja de ser una figura aterradora (de hecho cambia de aspecto) y asume su nueva identidad, la que de algún modo siempre se hallaba latente en él, la que perdió junto a ese hijo cuya existencia nos confesará. Al final Dominic, el hijo de su enamorada Joyce, se convierte en sustituto de ese hijo desaparecido que nada quiere saber de él; placer compartido pues el chico halla en ese policía oculto tras una falsa identidad a su padre ausente, ese del que su madre no deja de huir.

Antes de retomar la intriga y con ella la acción y la violencia propias del comienzo de la trama, Reitman, por mucho que su humor negro no sea en absoluto recomendable para niños (paradójicamente, pues ellos son los que se llevan las frases más afiladas), construye un ambiente del todo familiar y tan dado al más ñoño sentimentalismo que exuda el inevitable aroma del cine de John Hughes y Chris Columbus. Resulta impagable, por otra parte, ver a Schwarzenegger chillando de rabia a la puerta del colegio, patidifuso por las respuestas de los niños sobre el trabajo de sus padres o tocando la guitarra calzando un pañuelo rojo y un sombrero de paja (bueno, la imagen es antológica).
Y es que ha sido Reitman, sin duda, quien mejor ha destapado el lado más sensible y autoparódico del austriaco, muy bien acompañado de la simpáticas Linda Hunt y Pamela Reed, esa guapísima Penelope Ann Miller, la veterana Carroll Baker, más detestable que nunca, y todo un memorable elenco de pequeños actores en esta divertida comedia que mezcla, de forma algo irregular eso sí, el humor de andar por casa, la acción y el suspense, pero con un resultado delicioso y entrañable a más no poder, lo que hizo que la taquilla respondiera tan bien en su momento (más de 90 millones recaudados en EE.UU. frente a un presupuesto de 20 millones...).

Es, además, la mejor colaboración entre Schwarzenegger y Reitman. Recomendada sobre todo para aquellos padres y profesores de guardería y colegio cuyas obtusas mentes no alcanzan a comprender que con aplomo y buena disciplina es como realmente se consigue la confianza, el respeto y el afecto de los niños y los hijos (de ahí que el film pueda ser visto como políticamente incorrecto para algunos hoy día...).


Los Padres de Ella Los Padres de Ella 14-10-2022
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Todos nos identificamos con él, ¿verdad? Porque prepararnos para estar comprometidos con la mujer que amamos el resto de nuestra vida no nos prepara para hacerlo con su familia.
Y hablo con conocimiento de causa siendo un español cuya familia política es japonesa (y cuyo cierto padre no me traga por cuestiones de raza además de por otras tantas...);

Sí, quizás la diferencia de culturas justifique muchas cosas para una relación hostil entre suegros y yernos, pero en realidad el tema es universal. Ese fue uno de los motivos del tremendo éxito (más del triple del presupuesto invertido, sólo en EE.UU.) de una comedia tan en apariencia sencilla y hueca como ¨Los Padres de Ella¨, nueva versión de un film de 1.992 hecho con cuatro perras pero mucho ingenio por Greg Glienna; poco después la productora Nancy Tenenbaum adquiriría los derechos y así inició lo que fue uno de esos proyectos de Hollywood que nunca parecen materializarse del todo.
Por él pasaron algunos directores y escritores distintos (llegando a los horribles extremos de asociarse Spielberg con Jim Carrey, pero gracias a Dios no se consumó...), y tras un tiempo llegó el bueno de Jay Roach, que a pesar de haber ganado un buen dinero con ¨Austin Powers¨ estaba vilipendiado por los grandes estudios. Y es un alivio encontrar una obra como ésta anunciando el nuevo siglo, pues ¨Scary Movie¨ fue la que empezó a definir su humor; pero la intención de los guionistas Jim Herzfeld y John Hamburg y el sr. Roach era muy distinta. De hecho los primeros minutos resultan confusos.

Nos debatimos entre una comedia romántica empalagosa (con los niños ayudando al protagonista en la pedida de mano en plena calle) o una muy absurda y casi rozando el mal gusto; pero el espectador empieza a entenderlo al entrar en escena Jack, padre de Pam y deseado futuro yerno de Greg. El director nos arrastra a los terrenos de una sofisticada, afilada y para nada grotesca función, si bien el contundente humor negro de la original se pierde por todas partes; el de esta historia que nos ocupa se basa en colocar al protagonista, con quien nos identificamos al instante, en una serie de situaciones embarazosas y malentendidos que exageran y satirizan la pésima relación que se puede crear con la familia política.
Este Greg, atrapado en el universo asfixiante de Jack Byrnes, cuyos ojos son sustituidos por los del adorable Jynx y por cámaras de vigilancia, es una versión ridícula del judío errante, que vaga en el desaliento, sin descanso y torturado a través de una tierra extraña sin hallar un sitio que le pertenezca. Metáfora pura que funciona de maravilla al ser trasladada a los mundos del humor moderno; no sería exagerado recordar a Marion en esa escalofriante secuencia de ¨Psicosis¨ donde se veía rodeada por los pájaros disecados de Bates para contrastarlo con la posición de Greg, que en absoluto difiere con la de aquélla.

En un hogar-fortaleza de tensión continua, el pobre tipo es acorralado y humillado desde cualquier perspectiva: por su profesión de enfermero, su religión, su propio nombre; la entrañable torpeza que le caracteriza levanta aún más los muros que le separan con los Byrnes, a lo que contribuye la aparición de un ex-novio (Kevin) absolutamente perfecto y la retorcida imagen de una boda-espejo que jamás será la suya. Greg hasta es despojado de su identidad, pues ha de llevar las ropas de otros ya que su maleta es extraviada (Roach realiza uno de los ataques más demoledores hacia la negligencia de las compañías aéreas como pocos se atrevieron).
Y ni siquiera la presencia de un hermano pequeño (Denny) abre una ventana para dejar que sus pulmones respiren, provocando esto una guerra privada entre él y un yerno que fue agente de la C.I.A. y que enturbia la atmósfera hasta límites insospechados, naciendo un pretexto que en realidad sirve para estrechar el cerco alrededor de Greg (el famoso ¨círculo de confianza¨). El excelente trabajo de Peter James acentúa la extrañeza de dicha atmósfera en contraste con la inquietante figura de Jack, al decantarse por una fotografía de colores suaves y tonalidades níveas.

Todo ello crea un falsamente cálido entorno para engañar y atrapar en sus fauces al amable y bienintencionado pero poco afortunado novio, quien fracasa al intentar ganarse la confianza de su yerno/rival al interrumpirle éste cada vez que pretende transmitirle sus sentimientos (el efecto es a la vez divertido y triste en su patetismo); y a pesar de que se recurre con más asiduidad al absurdo mientras avanza la trama (siendo todo lo sucedido durante el ensayo de la boda el punto culminante que desata el desastre), esta sutileza de sensaciones acerca más al film a los patrones de la comedia europea clásica que a la típica comedia americana de finales de los 90 (aunque hay mucho de Kevin Smith y los Farrelly en ella).
Roach sabe extraer la mayor naturalidad a sus actores y lo logra con respecto a Ben Stiller y Robert DeNiro (cuando decidió pasarse al humor desde ¨Una Terapia Peligrosa¨), cuya perfecta química y facilidad para la improvisación fue decisiva para garantizar el éxito; y mientras Teri Polo es el contrapunto sutil a la locura de Stiller, la maravillosa Blythe Danner es el contrapunto elegante y afectuoso a la amenazante y fría presencia de DeNiro. Un elenco muy acertado apoyado por dignos secundarios como James Rebhorn, Nicole DeHuff, Jon Abrahams y un impagable Owen Wilson al que no cuesta descubrirle sus diálogos improvisados o escritos por él mismo.

Por desgracia la buena recepción de taquilla resultó un arma de doble filo, pues despertó el ansia de los productores de una franquicia, uno de los recursos más usuales y terribles de Hollywood para llenar sus arcas. Pero ninguna de las infumables secuelas superaría el ingenio sorprendente y el agudo drama de su original.
Atesora instantes memorables como la batalla contra la azafata en el avión, la primera cena con los padres de Pam o el interrogatorio del polígrafo, que guarda un significado especial para mí (y para todos, seguro). Imposible es no sentirse identificado con Greg en ese momento tan hilarante en toda su agobiante contención, una situación que nadie desearía vivir jamás con el padre de su prometida. Este alcance universal es lo que hace tan especial a una comedia que nunca pasa de moda.


Una Terapia Peligrosa Una Terapia Peligrosa 14-10-2022
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Los mafiosos se distinguen por ser tipos duros y astutos, hechos para aguantar todo tipo de situaciones y penalidades.
Por primera vez vamos a ser testigos de un hecho insólito. ¿Qué sucedería cuando un capo de repente se derrumba emocional y psicológicamente?

Hoy en día no, pero hace mucho merecía la pena saber quien era Robert DeNiro, y practicamene todo el mundo le asociaba (aunque eso es un tremendo error) con sus encarnaciones de gángster, las que por supuesto le hicieron alcanzar el éxito; terminando la década de los 90, y tras destaparse como un lacónico héroe de acción en el ¨thriller¨ de Frankenheimer ¨Ronin¨, el neoyorkino seguía reinventándose y sorprendió a propios y extraños con su aparición en ¨Una Terapia Peligrosa¨, la que muchos consideran su primer film puramente humorístico.
Otro gran error teniendo en cuenta títulos, quizás algo olvidados, como ¨Huida a Medianoche¨, ¨Nunca fuimos Ángeles¨ o ¨La Cortina de Humo¨. Con guión del autor y dramaturgo Kenneth Lonergan, en este proyecto en el que Billy Cristal colaboró en calidad de productor acabó de rebote, tras rechazar el puesto Richard Loncraine y Martin Scorsese, un Harold Ramis cuya última obra fue la irregular pero simpática ¨Mis Dobles, mi Mujer y Yo¨. Enorme equipo el que tenemos la suerte de disfrutar aquí, con cada miembro aportando algo esencial a la película para hacer de ella no una simple comedia al uso.

Puede que Scorsese no quisiera ocupar la silla de director, pero su huella es del todo apreciable durante los primeros minutos de la historia, narrada por el protagonista Paul Vitti (versión del poderoso criminal John Gotti), que viaja a un sangriento pasado de la nación americana cruzando hechos y personajes reales con una ficción más o menos inventada, centrada en los conflictos entre familias e importantes jefes del crimen organizado; este segmento, por su ritmo desenfrenado, estética y uso de la música y color de la magnífica fotografía de Stuart Dryburgh, podría pertenecer a ¨Uno de los Nuestros¨...
De no ser porque Ramis añade sus toques sutiles e ingeniosos al conjunto, y este humor, sin estridencias ni grotescas salidas de tono, es el que aporta un cariz fresco y original a su obra. Tras esta revisión del mundo de los gángsters italoamericanos se da la intromisión de un personaje tan extraño (por su normalidad) como Sobel, psiquiatra enclenque, retraído e inseguro dispuesto a casarse por segunda vez; despega realmente la historia con el inicio de la terapia que le da nombre al colisionar de un modo que puede resultar creíble en su vertiente cómica (para más inri por un accidente de tráfico) estos dos mundos tan diferentes entre sí.

Dos grandes actores como DeNiro y Cristal, y la pericia con que los dirige Ramis, consigue desde el primer momento una excelente química que hace que salten chispas en cada una de sus geniales interacciones; por un lado Sobel, por el otro Vitti, ambos modelos del universo al que pertenecen, hombres que, a pesar de su aparente confianza en sí mismos, son testigos de cómo su debilidad les devora por dentro, y en el caso del segundo eso significa la muerte. La famosa reunión de capos que decidirá el futuro de las familias criminales funciona de excusa argumental para unir a los protagonistas.
Lo mejor es ver cómo el guión va profundizando en sus caracteres y psicología y de qué forma empiezan a establecer una relación emocional recíproca, aunque por accidente; así, mientras el psiquiatra va liberando a un ¨yo¨ interior fiero y valiente al verse arrastrado al ambiente violento y criminal del gángster, éste abre sus sentimientos, empieza a razonar e incluso imita la manera de hablar del otro. Al final estos dos individuos, condenados a seguir un determinado camino debido a la tradición paterna (uno en la psiquiatría, otro en la mafia), también están condenados a entenderse a pesar de sus diferencias, llevando la vida de ambos a una situación límite.

Otro acierto es homenajear al cine gangsteril y su particular iconografía retratándolo desde lo absurdo, pero nunca llegando a extremos vergonzosos; homenaje que en su amor por el género recuerda al mismo que hizo ¨Balas sobre Broadway¨, si bien se juega a ridiculizar sutilmente a los mafiosos, a quienes Ramis y Lonergan convierten en tipos brutos o simplemente idiotas (como pudo hacer Juzo Itami, con respecto a los yakuza, en ¨Minbo no Onna¨). Este respeto desde la desfiguración cómica llega a su cenit en un instante clave para el film y los personajes al ser parodiada la mítica secuencia del ataque a Corleone en ¨El Padrino¨ dentro de un sueño.
Si en algo falla el guión, además de presentar un clímax más ruidoso que inteligente, es no centrarse en personajes que merecen más atención; desplazados quedan la esposa de Vitti, Laura y Sidone, éstos dos últimos con los rostros de la adorable Lisa Kudrow (aquí menos histriónica que en su eterno papel de Phoebe) y Chazz Palminteri, un actor de gran presencia y carácter. Por otra parte sí adquiere importancia Joe Viterelli, quien compensa su carácter de secundario con una interpretación basada, como muchos ya han subrayado, en su brillante sutileza humorística.

La misma con la que se desenvuelven la pareja protagonista en unos personajes entrañables que no son simples caricaturas vacías; el metraje resulta excesivamente corto por nuestro deseo de pasar más tiempo con ellos. Hilarante es presenciar los ataques de ira de Cristal tanto como ver gimoteando sin parar a un impagable DeNiro en su emotiva parodia de los clásicos gángsters que antaño le dieron la fama.
La química entre los actores, los ágiles diálogos y una ligera intriga, todo impregnado de humor afilado al cuidado de la dinámica y elegante dirección de Ramis, hizo que esta mezcla original de ¨¿Qué Pasa con Bob?¨ y ¨Uno de los Nuestros¨ arrasara en taquilla, y dando otra perspectiva de lo que podía ser la comedia americana cuando triunfaban ¨American Pie¨ o ¨Gigolo¨ como su mayor reflejo en el momento...


La Maldición de la Pantera Rosa La Maldición de la Pantera Rosa 14-10-2022
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¿Ha vuelto?, ¿el más horrible y simpático detective de Francia?, ¿está aquí de nuevo para encontrar el más perfecto diamante del Mundo?
Pues no, no está aquí, ni nunca más lo estará. Vamos a contemplar a qué grado de bajeza serán capaces algunos por sustituirlo; el golpe no va a ser suave...

Cuando en 2.006 fui al cine con mi padre a ver el ¨remake¨ de ¨La Pantera Rosa¨ recé para que el techo de la sala cayera a poco de empezar la proyección; jamás pensé en otro para dar vida al inspector Clouseau que Peter Sellers, como bien había aprendido de la saga que había visto en VHS y que siempre deseaba volver a disfrutar. Sabía de la existencia de otros títulos clásicos que formaron parte de ella sin estar presente el actor, pero nunca tuve valor para verlos; me lancé de cabeza sin pensarlo y sentí lo mismo que si me la hubiera partido contra un muro de cemento.
Tras una existencia marcada por la depresión y la adicción, Sellers falleció de un paro cardíaco en Julio de 1.980, y el mundo de la comedia se tiñó de angustia; aun así Edwards cogió el material que le sobró de ¨Ataca de Nuevo¨ y creó ¨Tras la Pista¨, con Sellers ya desaparecido. Lo normal habría sido cortar, pero al parecer aquél sufrió una enagenación y se le ocurrió, cumpliéndose diez años del inicio de la saga, desarrollar una nueva en EE.UU. usando varios borradores escritos previamente (uno de ellos por el mismo Sellers); por si fuera poco la MGM iba a librar con él una fuerte batalla legal.

¿Y a quién iban a calzar en los zapatos de un digno sucesor de uno de los más grandes cómicos de la Historia? Se pensó en Dudley Moore y Rowan Atkinson, muy apropiados debido a su habilidad para el humor y su origen británico, pero al final el papel acabó (y aún intento averiguar por qué demonios) en manos del joven Edward Wass, que se había hecho popular gracias a la serie ¨Soap¨. Después de unos 17 minutos de ver a la ¨Pantera Rosa¨ robada de nuevo, una corta no-aparición de Clouseau que hace rechinar los dientes, y permanecer junto a los personajes clásicos, todo se desmorona al aparecer en pantalla el policía Clifton Sleigh disfrazado de prostituta.
El efecto es terrorífico como lo fue ver a Steve Martin o a Alan Arkin (en aquella estafa de Bud Yorkin de 1.968) encarnando al inspector francés; porque la elección de Wass, insípido, patoso sin gracia, infantil y estomagante, es un inmenso error. Desde luego Atkinson, o quizás Leslie Nielsen, ¡o Gene Wilder!, hubieran sido mejores opciones. No sólo es un error ponernos en la cara a este fracasado y odiado por su jefe allá en New York, para ocupar el puesto de Clouseau, sino que Edwards lo lleva a cabo en una historia estúpida, en un sinsentido que hasta marea de lo caótico que es.

En primer lugar el diamante es robado, pero nadie le hace caso a tal suceso. Lo importante es encontrar al inspector, que como sabemos está desaparecido; y en lugar de concederle de una vez el protagonismo a Dreyfus (a quien sigue dando vida ese pobre Herbert Lom ya cansado de hacer lo mismo...como todos los demás veteranos de la saga), se propone una solución tan absurda como seleccionar al peor policía que existe para llevar a cabo tan difícil tarea. Bien, pues como afirma Dreyfus, a mí también me parece que ¨vamos a tener una repetición de la historia¨ (Edwards ni siquiera lo disimula, qué vergüenza).
En concreto se repiten los pasos de ¨La Venganza¨, con un hatajo de asesinos que intentan dar pasaporte a Sleigh mientras Dreyfus hace lo de siempre: salir tras el protagonista para matarle, con los conocidos resultados. Y las pistas del paradero de Clouseau se van recogiendo de esos mencionados veteranos (como Cato, cuya presencia es ya un enigma, o Lytton y familiares) para acabar en un curioso viaje a España (donde puedo asegurar que desde la chapuza de ¨Misión: Imposible II¨ no había visto tamaño disparate y desprecio en la representación del país según los cánones hollywoodienses...y es que se deben creer que aquí estamos todo el rato de fallas y carnavales y pegando saltos sin parar como subnormales...).

Y uno de los fallos más enormes, además de ir apareciendo absurdos personajes que luego desaparecen sin dejar rastro (el sr. Chong, Julie, Langois, el profesor Balls...), es hacer que el auténtico inspector sea parte de esta bazofia, y con cuyo personaje Edwards aprovecha para liarse la manta a la cabeza y plantear su parodia al universo Bond como deseó, ¡con uno de los 007 en persona en la piel de un Clouseau de rostro nuevo! Es sin duda impagable ver a sir Roger Moore imitando los gestos, la forma de hablar y la encantadora torpeza de Sellers. Pero si tanto quería el cineasta tenerle aquí, ¡¿por qué no haberle dado el rol protagonista?!
Sin trama por ningún sitio, esto sólo sirve para dar a Wass la oportunidad de lucir su vis cómica, y fracasa sin remisión. Al final este mameluco resulta indigesto y estrangulable, como Joanna Lumley, Harvey Korman, Ed Parker, ese incordio de reportera cuyo nombre no me interesa lo más mínimo y una Leslie Ash que se gana a pulso el tener una de las peores introducciones femeninas de la Historia del cine. Burt Kwouk, Robert Loggia, Germaine ¨Capucine¨ Lefebvre, Robert Wagner, André Maranne, Peter Arne, Graham Stark, David Niven (para quien fue su última película) y Lom regresarían a sus papeles por cuestiones meramente alimenticias...digo yo...

Edwards se esfuerza, organiza grandes desaguisados y equívocos y hace que cunda el caos como mejor sabe, pero como se produce con Wass al frente todos, esos ¨gags¨ están condenados, no ya al sinsentido, sino al aburrimiento. En resumen: a nadie le gustó esto, ni a crítica ni a público, y el contrato de una saga que tenía el actor se evaporó.
Mientras, los de MGM seguían presionando al director por el presupuesto y la nula recaudación del film, terminando así en los juzgados. ¡Qué final más indigno para una saga tan mítica! Un momento...¿final? No, según parece la maldición seguiría extendiéndose un poco más...


Tras la Pista de la Pantera Rosa Tras la Pista de la Pantera Rosa 14-10-2022
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Vaya, en 19 años el magnífico diamante ¨La Pantera Rosa¨ ha sido robado por tercera vez ya. Así que, ¿cuál será la idea de los preocupados burócratas para recuperarlo?
Anda, qué original, volver a inmiscuir al torpe y calamitoso inspector Jacques Clouseau. Pues esta será realmente, amigos, la última vez que le veamos en acción...

A sus 55 años la salud mental y física de Peter Sellers estaba pasando por un momento muy crítico y de hecho no le quedaba mucho ya; el 24 de Julio de 1.980 es llevado al hospital de Middlesex tras sufrir otro ataque cardíaco más...entonces el mundo del cine se tiñe de negro color funeral, pues un gran actor dramático y cómico se ha ido para siempre. Se detienen proyectos y se crean otros un tanto extraños: aquél había escrito un guión para la siguiente entrega de la saga que más popular le había hecho, pero no pudo llevarse a cabo, y en su lugar un desconsolado al tiempo que aliviado Blake Edwards, recién salido de su furiosa ¨S.O.B.¨, tiene otros planes.
Porque resulta que Dudley Moore, que ya ha hecho ¨10¨ y ¨Arthur, el Soltero de Oro¨, rechaza la oferta de MGM de meterse en la gabardina de Clouseau para protagonizar el guión que Sellers escribió, y el director bien sabe que nadie más puede dar vida a este memorable personaje. Por eso se propone homenajear al hombre que más admiró y al que mayor número de quebraderos de cabeza dio (se podría llenar un libro con ello...); su intención es crear, al estilo de ¨Ciudadano Kane¨, una aventura sobre la desaparición de su protagonista y construirla a base de ¨flashbacks¨ y entrevistas.

Los muy honorables señores de MGM no dieron precisamente manga ancha a Edwards para esto, viendo reducidos los presupuestos para las demás películas que tenía bajo contrato. De todas formas puede acceder a las escenas nunca utilizadas de ¨La Pantera Rosa ataca de Nuevo¨ cuando los de la productora se negaron a dejar su montaje de más de tres horas de duración para su estreno comercial, y las usa indiscriminadamente para elaborar un puzzle argumental un tanto descabellado; se monta así la farsa de ¨Tras la Pista de la Pantera Rosa¨, que casi conmemora los veinte años del nacimiento de la saga, allá por los 60.
Y es que como todos saben la comedia sofisticada con retazos de intriga de guante blanco encabezada por David Niven viró 749º al entrometerse un hombrecillo propenso al desastre y sin tener absoluta idea de lo que sucedía a su alrededor. Sellers hizo de su inspector francés un icono del humor disparatado, y Edwards no desea sino homenajearle como es debido (por algo el film empieza rezando ¨A Peter, el único e inimitable inspector Clouseau¨). Después de siete años sin saber nada de él, el diamante vuelve a ocupar la trama, pero esto es sólo una treta mal presentada para dejar al protagonista haciendo de las suyas en una serie de momentos hilarantes (el que se da dentro del avión, el mejor de lejos).

Las sobras de ¨...Ataca de Nuevo¨ y ¨La Venganza...¨ juegan a inventarse una nueva peripecia de Clouseau buscando el diamante, con los conocidos personajes secundarios sufriendo las consecuencias de tener que aguantarle. Nunca he sido amigo de las ¨películas-montaje¨, aunque, ¿qué otro objetivo tiene la que nos ocupa salvo recordar con cariño al genio de Sellers? No obstante todo toma un giro extraño, desagradable, cuando quiere acaparar el protagonismo, y no lo puede ni en broma, una relamida e irritante reportera llamada Marie, que sigue la pista de aquél cuando su avión parece estrellarse...
Esto ya es otra película. Del detective y del diamante nunca más se supo (al menos por ahora), y todo gira alrededor de esta mujer que, al igual que el hombre al que busca con ahínco, es víctima de amenazas y chantajes por parte de los bajos fondos (vuelve con este pretexto el gran Robert Loggia). Y en su hazaña toparemos con antiguos conocidos de Clouseau, al lado de la ley (Hercule, Cato) y al otro lado de la ley (Charles Litton, Langois), pero todo esto suena a torpe, zafio, repetitivo y, como bien se ha mencionado por ahí, el aprovechar estas entrevistas para realizar un ingenioso ejercicio de metacine no se hace.

Rematada con un último tramo que se debate entre lo algo gracioso y lo muy patético donde se escudriña el pasado del protagonista gracias a una deleznable figura paterna, el film se estrena sin mucha acogida de público ni de crítica (lo que es lógico, claro), y para colmo enfurece a la última esposa de Sellers, Lynne, quien demanda al estudio varios millones por ultrajar su memoria. Ésta gana y se queda con el dinero mientras a Edwards sólo le queda un poso de insatisfacción, a pesar de declarar ¨nunca trabajé tan a gusto con Peter¨.
Y se acabó, la vida de una de las mentes más inestables, de una de las personalidades más incomprensibles, pero también la vida de un hombre único (como su mítico álter-ego), refugiado en su talento natural para convertirse en cualquier personaje que deseara. Qué momentos tan grandiosos dio al cine durante las tres décadas que ejerció de actor y director.

[Levantando mi vaso de coca-cola al Cielo mientras termino la crítica] Hasta siempre, Peter, el único e inimitable inspector Clouseau.


Esta Casa es una Ruina Esta Casa es una Ruina 14-10-2022
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Una mudanza, una casa nueva, un nuevo comienzo. Situación muy temida por esas parejas cargadas de ilusión que sin saberlo podrían ver todos sus sueños aplastados sin remedio.
Situación que vamos a presenciar y vivir al lado de los pobres Walter y Anna.

Otro de los grandes momentos que la comedia de los 80 nos regaló a un servidor y a otros tantos amantes de la década y su cine, uno de esos títulos que pueden pasar millones de veces en televisión (independientemente del instante del metraje en que se halle) pero siempre dicidimos quedarnos a ver. No pocas veces he alabado el humor de aquellos maravillosos años, y ¨Esta Casa es una Ruina¨ es una de las mejores muestras de por qué nos tiene que fascinar tanto (está entre mis favoritas de la década junto a ¨Loca Academia de Policía¨, ¨Aterriza como Puedas¨, ¨Cita a Ciegas¨, ¨No me Chilles, que no te Veo¨ o ¨Un Pez llamado Wanda¨).
Poco antes el pobre actor/director Richard Benjamin tuvo que lidiar con una producción condenada al fracaso como ¨Ciudad muy Caliente¨ sirviendo de mero reemplazo de Blake Edwards para que el sr. Eastwood estuviera contento. Esta vez el proyecto, escrito por David Giler (¨La Presa¨, ¨Aliens¨) y otros tantos más (pues sufrió numerosas modificaciones), corría a cargo de un no menos posesivo y pretencioso Steven Spielberg, quien a través de su Amblin Entertainment puso al anterior tras la cámara mientras se escogía de pareja protagonista a unos jóvenes pero ya famosos Tom Hanks y Shelley Long (cuyo papel iba a interpretar Kathleen Turner en un principio).

La felicidad de los susodichos novios parece durar poco cuando se ven obligados a buscarse otra casa, lo que primero servirá para plantearnos el motivo de esta primera parte de la trama y para indagar un poco en la vida de estos simpáticos y sanos Walter y Anna, un abogado cargado de deudas por culpa de su irresponsable padre (a quien conoceremos en el prólogo) y una artista de música clásica acorralada por su ex-marido y director de su orquesta, personajes bastante reales a quienes el guión pondrá a prueba a lo largo de miles de penurias, facilitándonos el empatizar con ellos.
Durante la presentación, Benjamin (dirigido por Spielberg) se toma tiempo para que le cojamos cariño a los protagonistas construyendo a su alrededor un universo extrañamente pintoresco donde sólo se producen situaciones absurdas por culpa de los personajes que lo pueblan, la mayoría muy ligados a la industria musical (esos impagables Cheap Girls, el pequeño Benny o el mismo Max); universo que se sitúa no muy lejos de las comedias más gamberras de Ivan Reitman, Blake Edwards o de los hermanos Zucker. Pasado este primer arco nos metemos de cabeza en la enorme mansión que la pareja ha adquirido de forma sospechosa...

Y entonces se inicia el desastre. Una comedia física deudora del ¨slapstick¨ (con su torpeza y bondad, Walter podría ser un trasunto de aquellos héroes del cine mudo encarnados por Lloyd o Keaton) y el disparate ruiososo y cuasisurrealista dominará a partir de ahora en esta suerte de nueva versión del clásico de H.C. Potter ¨Los Blandings ya tienen Casa¨ donde veremos a Walter y Anna (como le sucedía a los Jim y Muriel de aquélla) fracasar a cada paso que dan, con cada puerta que se rompe y con cada parte de la mansión que queda reducida a cenizas.
Sin embargo una pareja que, a fuerza de no tenerse más que el uno al otro, encaran con coraje y toda la dignidad que pueden cada embiste que la vida les da, de ahí que el optimismo y la esperanza sean la clave para dotar de gran luminosidad a esta película (una idea puramente de los 80 imposible de concebir hoy día) que perfectamente podría pasar por una de terror; pues huelga decir que Giler y Benjamin, pese a los frescos diálogos e hilarantes ¨gags¨ que nos cuelan, dibujan una sociedad del todo repulsiva y cínica, donde los que tienen dinero dictan las normas sin ningún tipo de ética y quiebran de un plumazo las esperanzas de la gente humilde de clase media-baja. No es difícil entonces sentir lástima por Walter y Anna.

Y más aún cuando Max decide meterse entre ellos. Porque al ser esta la historia de una pareja el guión debe profundizar algo más en las relaciones humanas y la importancia de cómo las vicisitudes que atraviesan empiezan poco a poco a deshollar sus ya de por sí débiles espíritus. Celos y corrosiva infidelidad (donde se pone al espectador de parte del hombre, por supuesto); no parece, de todas formas, afectar mucho tal intromisión de Benjamin en los terrenos farragosos del melodrama de alcoba y los enredos debido a cómo el humor se halla en el epicentro y le quita hierro al asunto (una vez más, esto podría haber acabado como un drama de Eugene ONeill).
Por eso podemos deleitarnos con una conclusión tan empalagosa, amén de con escenas como la del agujero de la alfombra, la presentación de Benny, la explosión en la cocina, la caída de la escalera, la de los andamios o la de la bañera (con esa consecuente carcajada inmortal de Walter), formando algunas de ellas parte de esos momentos tan memorables que nos dejó la comedia de los 80. Hanks y Long resultan adorables por la gran química y vis comica que los une, e igualmente buenos son esos Joe Mantegna, Philip Bosco, Maureen Stapleton y un impagable Alexander Godunov antes de convertirse en el loco Karl de ¨Jungla de Cristal¨.

Disparatadísima cuando toca, emocional y grave algunas veces, pero sin perder la sonrisa, como los Fielding, y con un colofón increíble donde descubres que la trama tenía más miga de lo que aparentaba.
Destrozada por muchos críticos, fue por supuesto un éxito en taquilla que hoy perdura como una joyita del género; eso sí, Benjamin no volvió a hacer nunca nada igual, y fue refugiándose cada vez más en los estudios de televisión. Contiene dos frases para recordar por siempre: la que da título a mi crítica y ¨¿Hacen pruebas de misiles aquí?¨.


El Guateque El Guateque 14-10-2022
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Nunca invites a un individuo propenso al desastre a una fiesta de lujo, ni contrates a un camarero aficionado a la bebida o a un jefe de cocina demasiado temperamental; y no se te aconseja que tu hija sea una ¨hippie¨ chiflada.
¡Puede ser una fiesta que jamás olvidarás!

Durante los 60 la popularidad de Blake Edwards fue en una imparable curva ascendente, tanto por sus magistrales intervenciones en el drama como su habilidad para la comedia; a la vez Peter Sellers quedaba muy vinculado al trabajo del director debido a su encarnación de Clouseau, ya definido perfectamente en su clásico ¨A Shot in the Dark¨. Después de adaptar a la gran pantalla las aventuras de Peter Gunn, divertido detective televisivo que él mismo creó a finales de los 50, se dispuso a realizar la única colaboración con Sellers fuera de la serie del inspector francés, cuyo guión maduró junto a sus habituales Frank y Tom Waldman.
Guión de pocas líneas y basado en la premisa de la improvisación, bien dominado por Sellers; este método le llevaría a desarrollar un interesante y experimental rodaje, filmando las secuencias en orden cronológico y construyendo el humor de cada una impulsado por la anterior. Sin embargo esta aventura no se inicia en la bonita mansión que será el escenario primordial hasta el final, sino en pleno rodaje cinematográfico, permitiendo a Edwards sacar a relucir su afilado humor para ridiculizar el frenetismo y la ansiedad de los dedicados a la profesión, además de parodiar ¨Gunga Din¨, título imprescindible del género de aventuras, de George Stevens.

Para ello el realizador introduce un elemento bufonesco, el actor indio Hrundi Bakshi cuyas intervenciones se cuentan por catástrofes, todo ello finalizando con la hilarante explosión de un decorado basado, para reforzar la sátira, en un suceso real (la destrucción accidental del puente en ¨El Bueno, el Feo y el Malo¨, que sacó de quicio a Leone como al realizador ficticio aquí presentado). Tras este genial prólogo que permanece entre lo mejor que ha rodado Edwards en toda su carrera, la confusión empieza a desatarse cuando Bakshi es invitado por error a la fiesta de la esposa de Clutterbuck, jefe de la productora del film. No hace falta mucha imaginación para suponer que dicha casa puede arder hasta los cimientos si se deja entrar en ella a un personaje como ése.
Edwards inmiscuye a este hombre, torpe como él solo pero de bondadoso corazón, en el ambiente intolerante, hipócrita y ridículamente suntuoso de la clase alta americana, sobre todo la perteneciente al negocio del cine. Al entrar por la puerta Bakshi adopta la mirada curiosa del espectador, y así le acompañamos en su descubrimiento de un entorno tan lujoso como hermético, frío y artificial, y su tropiezo continuo en él, cuyos moradores son incapaces de mostrar sus verdaderos ¨yo¨; por lo tanto el afable indio es la crítica y la mofa contra este mundo, con su sonrisa perpetua y su carácter amistoso y justo (su dificultad para encontrar el cuarto de baño es el perfecto ejemplo de ese acorralamiento).

El espíritu de Tati, Lloyd, Keaton y Chaplin planea en cada una de las secuencias, distribuidas dinámicas como simples y efectivos ¨gags¨ físicos convirtiéndose nuestro amigo Bakshi en trasunto de los anteriores; otros dos elementos se cuelan en esta fiesta de alto copete para seguir convulsionando la sofisticada atmósfera: un camarero cuyo afán de consumir alcohol sin freno elevará el nivel del desastre y una dulce chica llamada Michele (otra víctima de los sucios tejemanejes de los privilegiados) que inicia un bonito romance con Bakshi. Tres almas ajenas a esa privilegiada sociedad en las que se apoya el peso de la película, si bien a su alrededor se dispondrán otros personajes secundarios igual de impagables.
El fino humor inglés se cruza con la comedia americana más disparatada y el resultado es delicioso, desde el ¨gag¨ del zapato hasta las grandes peleas entre el camarero y el desquiciado jefe de cocina o el caos organizado en el cuarto de baño con el papel higiénico y el retrete; pero si Edwards roza la perfección absoluta es durante la cena (larga secuencia de unos diez minutos con apenas tres líneas de diálogo y una imparable serie de situaciones delirantes perfectamente cohesionadas, donde el camarero borracho acapara nuestra atención más que el propio Bakshi).

Esta salsa de simpáticas incongruencias y situaciones embarazosas no puede sino acabar, como sucedía con las comedias de Wilder, en un tremendo desastre, por medio de la intromisión de unos locos ¨hippies¨ y su elefante (¡!) y una consiguiente invasión de espuma por todo el escenario; el desvarío se le va un poco de las manos al bueno de Edwards, pero nada puede ponerse en contra de la abrumadora explosión de júbilo y alegría que decide brindarnos. ¨¡Salve sus joyas!¨, espeta Clutterbuck al enterarse de que su esposa se ha caído en la piscina; la clase alta, cómo no, termina perdiendo, ridiculizada.
Sellers combina a Clouseau y a su doctor indio de ¨La Millonaria¨ en un personaje fácil de querer desde el primer momento pese a su constante torpeza, y nos embelesa irremediablemente. A su diestra se disponen el maravilloso Steve Franken dando vida al camarero, la guapísima pero algo sosa Claudine Longet (quien protagoniza un momento musical no por casualidad similar al de Audrey Hepburn en ¨Desayuno con Diamantes¨), y ese también memorable Denni Miller (que comparte un momento con Sellers en la habitación intentando quitarle la ropa que hay que ver para creer).

Sensacionales los secundarios J. E. McKinley, Kathe Green, Gavin MacLeod, Herbert Ellis y Fay McKenzie, como también la partitura de Henry Mancini. Logrando hacer reír sin innecesarias concesiones a lo ofensivo ni lo escatológico, como tristemente sucede hoy en día, nada más ofrece ¨El Guateque¨ salvo humor desenfadado, lúcido, afilado y alegre.
Clásica joya del cine de Edwards, de la comedia y preámbulo de la que vendría en años posteriores en el cine americano.


La Ola La Ola 14-10-2022
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Esta es una historia inspirada en una historia inspirada en otra historia inspirada en la Historia, y empieza conmigo a los 16 años, en un día cualquiera de comienzos del año 2.009, sentado en un pupitre de mi aula de 4.º de E.S.O., a punto de comenzar una clase de Historia con la profesora más izquierdista y anarquista de todo el centro...

La parte del libro a estudiar englobaba la entrada de Alemania en la 2.ª Guerra Mundial además del nacionalsocialismo y su auge; al llegar a dicho punto esta mujer nos preguntó si sería posible que algo parecido, un sistema político basado en la autocracia y el totalitarismo serían posibles actualmente a como sucedió entonces con Hitler. El cine y la sobresaturación pedagógica sobre el mismo tema provocaba el bostezo o la inmediata reacción a negarlo; al día siguiente vino con el DVD de ¨Die Welle¨ y la vimos poco a poco durante la semana, absorbidos por el desarrollo de tal historia, algo descabellado, algo comprensible, y en última instancia algo terrorífico...
En el transcurso de dicha semana a todos nos sedujo esa idea, la de pertenecer a un grupo y colaborar en una fuerza social mediante la disciplina, la comunidad y la acción (algo a lo que la maestra reaccionaba con cierta socarronería pues tenía muy claro que éramos jóvenes y aún no entendíamos nada de nada), pero al final de la película dicha idea se evaporó...al final sí era posible una dictadura de cumplirse ciertos requisitos. Dennis Gansel sabía lo que hacía al recrear el extraño experimento de Ron Jones cuando era tan sólo un licenciado de Stanford casi recién admitido como maestro en el centro de Cubberley de la vital, comprometida y querida comunidad de Palo Alto.

Se toma un modelo arriesgado: cómo ese maestro, ¨un auténtico radical de carisma único y vocación de actor, más adecuado para ejercer de anfitrión de algún ¨late-night talk show¨ ¨, introdujo en el concepto del totalitarismo a unos adolescentes de la Norteamérica de finales de los 60, y no por vías explicativas, sino 100% empíricas; los testimonios de los hoy ya adultos alumnos que aparecen en algunos documentales provocan escalofríos. El de Hannover, más interesado en los hechos que en el popular libro de Todd Strasser (novelización del film televisivo de los 80 que recreaba el experimento), perfila su guión en base a una cuestión muy significativa.
¿Es posible llevar el caso a la Alemania de finales del año 2.000? Al principio no; en EE.UU. no hay un modelo como tal, y siempre se acaba dirigiendo la mirada al nazismo. El pueblo alemán, entonces, es aún más incapaz (¨¿repetir los mismos errores por los que el Mundo entero sufrió y que aún hoy día nos siguen avergonzando?¨). El compromiso del país para con su propia Historia es muy serio; ¨No dices ¨Adolf¨ aquí sin sufrir alguna consecuencia¨, bromea Gansel, quien desde el principio nos sumerge en una versión germana de Palo Alto, limpia, con mucha vegetación y energía, de la mano de Rainer, a quien da vida un Jürgen Vogel que es la absoluta encarnación de Jones.

Es curioso que el inicio de ¨Die Welle¨ respire ese feroz sentido de la rebeldía gracias a él, quien a no mucho tardar la pondrá patas arriba con su particular experimento. Pero lo que fue intencionado por Jones aquí llega de forma accidental, dejando al más radical de los profesores frente el desafío de saber transmitir lo que es una dictadura (así se nos pone frente a la idea de que del comunismo también surgen un sistema totalitario...sólo observen el Mundo de hoy); mientras, Gansel y Peter Thorwarth esbozan un retrato no muy original pero honesto de los chicos.
En general se nos presentan una serie de personajes-tipo más que conocidos, desde la exaltada anárquica (Mona), el imbécil malcriado con mucho dinero (Kevin) y el marginado social (Tim) al matón de turno (Bomber), la insegura introvertida (Lisa) o la egoísta mandona (Karo, que se alzará contra sus propósitos y está basada en Sherry Tousley, una de las pupilas de Jones); pero el cineasta, acostumbrado a filmar con actores jóvenes y hacer de ellos los héroes de su cine desde su debut, los dirige bien y nos acerca a sus intimidades y problemas de forma sincera. La configuración de sus personajes resulta más espinosa.

La distancia histórica entre los tres sucesos de ascenso dictatorial deja a la vista una ecuación complicada donde el modelo se debe intentar repetir en la secuencia hasta lograr un resultado idéntico. La Alemania de la aparición y auge del nazismo era un mundo en ruinas tras la Gran Guerra engañado por la Constitución de Weimar y ahogado por las deudas, la anarquía, la hiperinflación y las persecuciones a los judíos, mientras que EE.UU., en el momento en que Jones repitió la experiencia, se veían marcados por el sentimiento de cambio radical, la exigencia de derechos civiles, las protestas estudiantiles, las tribus urbanas, la figura icónica de Kennedy, la psicodelia, el ¨flower power¨ y la Guerra de Vietnam en su punto álgido...
El país donde Gansel revive ¨La Tercera Ola¨, como simplemente ¨La Ola¨ (nombre escogido democráticamente (como Hitler), y con el apoyo del Gobierno previo (la directora del centro) ), es el de Angela Merkel, que en breve, y sirviendo de terrible signo vaticinador de cara a la realidad, caería en una recesión económica histórica, con el P.I.B., el mercado de exportación y el industrial y la inversión corporativa seriamente dañados. Los alumnos de Rainer son los ¨millennials¨ de esta Alemania segura de sí misma y que de un momento a otro puede precipitarse al vacío.

Como vemos, e inevitablemente parando por muchos clichés, una generación que vive en la insatisfacción, perdida en el cinismo, solitaria y sin referentes paternos reales a los que aferrarse, en búsqueda de algo que no encuentran y allanando así el camino a sus sucesores (los ¨Z¨, bien ejemplificado en el hermano de Karo), una generación preparada para el negro futuro que les ofrece la economía alemana, una generación altamente manipulable.
Las conexiones principales entre los individuos que sucumbieron ante el poder de una dictadura es la insatisfacción y pérdida de valores, pero sobre todo la importancia de pertenecer a un grupo.

Más concretamente el miedo que genera el no pertenecer a un grupo, sobre todo uno que está tomando fuerza y carácter propio. Los chicos que visiona el director son, en efecto, así de manipulables y débiles; la narrativa lineal abarca la semana de proyectos de la clase y a simple vista puede parecer un disparate el modo en que evolucionan sus distintas personalidades durante su desarrollo, pero no tanto si tenemos en cuenta que las bases del experimento son reales, incluso el guión ofrece una versión algo fantasiosa y edulcorada de los hechos reales, mucho más escabrosos e indigeribles.
Sucede lo mismo que al grupo de Jones o que al nacionalsocialismo original: la rápida degeneración de la tan inspiradora idea de unidad, compromiso, apoyo y comunidad en detrimento de la libertad individual, que atenta contra la debilidad de esa persona que decide luchar sola, y el principal problema es la sensación de poder y el hecho de percibir a los miembros de la sociedad restante un escalón por debajo, originándose el exclusivismo, primero discreto, luego extremista (Kevin pasa de ser el repulsivo niñato rico que pierde su estatus ante los compañeros a ser el socio capitalista del movimiento, con tal de experimentar poder y prestigio).

Gansel, que falla al no mostrar nunca una clase del profesor desde dentro y profundizar en las enseñanzas impartidas a los alumnos, se recrea en la obsesión de la juventud por pertenecer a un equipo por la satisfacción propia y además, y es una de las claves del fracaso del de ¨La Ola¨, hacerlo por la pura moda, lo más típico de la sociedad. Desde el principio a los chicos se les antoja un pasatiempo divertido, muy guay, y ellos mismos pisotean los ideales de unidad al transformar su ¨Ola¨ en no más que una marca registrada, que se infiltra en el mercado (prendas, tatuajes, redes sociales...un sinfín de publicidad sin contenido ni alma).
Al otro lado quedan los excluidos, que se unen para finalizar su deambular individual o por aprovecharse, aunque se trate de un instante efímero, de la sensación de poder a la cual ellos mismos se enfrentaron (el instante en que Kevin no permite al hermano de Karo patinar si no es miembro del grupo y la posterior ¨conversión¨ de éste). El director sigue la máxima del resultado del experimento de Jones: la unidad configurada a ciegas, sin un fin real (¿contra qué lucha o quiere luchar ¨La Ola¨ en realidad?), sólo deja un rastro de odio y el deber inconsciente de imponer su difusa ideología a los demás.

No obstante decide ahorrarse el verdadero suceso que abrió los ojos a los muchachos de Cubberley (Jones, a través de unas imágenes de archivo de los nazis, comparó a sus estudiantes con las ¨juventudes hitlerianas¨), quizás por la obviedad, y propone uno algo más impactante, eso sí, desde lo previsible (¿de verdad había otro final para Tim?) y lo artificioso, siguiendo el estilo de filmación y puesta en escena de su película, hecho así para entrar sin dificultades por los ojos y los oídos al público adolescente.

De estar realizadores más veteranos y con una visión más comprometida y severa al mando (digamos Pollack, Lumet, Polanski, Oshima o Rosenberg), el nudo que se nos hace en el estómago durante el epílogo nos asfixiaría y nos dejaría desamparados en mitad de una experiencia terrible.
Pero no se le deben quitar méritos a Gansel. Aún hoy día dicho nudo sigue apareciendo al llegar ese momento...


¡Vaya un fugitivo! ¡Vaya un fugitivo! 14-10-2022
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Escapa imitando a Harrison Ford como puedas, y huye del autobús, y esquiva el tren maligno, y sobrevive a la caída en la presa, y lucha contra terroristas chiflados y peligrosas mujeres fatales, y todo eso y mucho más...
Como él puede, porque para eso es un héroe de los mocasines al cabello blanco, ese que nunca se despeina aun habiéndose enfrentado a todos esos peligros.

No hablo de Harrison Ford, no, sino de otro mucho más grande que él y que todos los héroes de acción. ¿Por qué si no iba a acercarme yo a un producto con tal hedor a cutrez como ¨Wrongfully Accused¨?, que ya sólo al escuchar el título se me remueve todo por dentro? Por Nielsen, porque se hace de querer pese a aparecer en las cosas que eligió aparecer, pero los que conocemos esas cosas sabemos lo que nos vamos a encontrar, del mismo modo que aquél que se pincha un disco de AC/DC o deja la televisión en LaSexta; sabe lo que va a ver y escuchar: lo mismo, inamoviblemente, pero aun así lo acepta.
El bonachón canadiense seguía en su línea de expandir su carrera como actor cómico, incansable; ahora se pone a las órdenes de Pat Proft, uno de los guionistas clave del cine de humor de los 80 y por supuesto gran colaborador del trío Zucker/Abrahams/Zucker, en el que sería su primer y único largometraje como director, curiosamente coincidiendo aquel 1.998 con las otras comedias ¨Mafia¨ y ¨Baseketball¨, de sus viejos colegas Abrahams y David Zucker, y quizás pretendiendo capitalizar el éxito de la estrenada sólo tres meses antes ¨U.S. Marshals¨...

Pero ¨Wrongfully Accused¨ va un poco más atrás recuperando a ese doctor que sorteaba infinidad de amenazas para esclarecer el asesinato de su esposa y limpiar su nombre, el Richard Kimble de la celebérrima adaptación de la legendaria serie televisiva homónima (donde, cosas de la vida, llegó a aparecer el mismo Nielsen, en su época de actuaciones en la pequeña pantalla). Ahora él es quien deforma dicho personaje como Ryan Harrison (qué bien pensado, sr. Proft), un aclamado músico y atrapado en una intriga de misma premisa pero con víctima masculina.
Su presentación al frente de la orquesta, como no podía ser de otro modo, resulta antológica, y una buena muestra de que, pese a tener ya 72 añazos, no le falta un ápice de energía. Tampoco faltan los rostros conocidos y aquí empiezan a sobresalir los de Melinda McGraw y la todavía muy sensual Kelly LeBrock, de mujeres conspiradoras, pero en dos personajes que, como la propia trama, irán perdiendo gracia hasta degenerar en una aún más fea caricatura de lo que ya son al principio; Proft copia el estilo de sus compañeros y se recrea en ¨gags¨ estrafalarios, ruidosos y continuos que no dejan pasar el oxígeno entre toma y toma; y acaba uno extasiado al final de una secuencia...

Éstos, vehículo para el protagonista, se suelen ejecutar con poco ingenio y haciendo mofa y befa de películas o series en concreto, más o menos de esas fechas (desde las simpáticas referencias a ¨Sospechosos Habituales¨, ¨El Halcón Maltés¨, ¨El Imperio Contraataca¨, ¨El Diablo sobre Ruedas¨ o ¨Con la Muerte en los Talones¨ a otras un tanto cochambrosas y arbitrarias (las de ¨Los Vigilantes de la Playa¨, ¨Misión: Imposible¨, ¨Titanic¨, ¨Braveheart¨ o ¨Anaconda¨, por nombrar unas pocas) ). Lo importante de todo es que al guionista/director no le importa un comino la trama.
Sencillamente porque sus sorpresas nos las va desvelando en boca de los personajes antes de que éstas aparezcan en pantalla, y en su desarrollo, donde se hace un lioso remedo de ¨El Fugitivo¨ y otros títulos de Ford (¨Juego de Patriotas¨, ¨Peligro Inminente¨), Nielsen regresa al carácter y los ¨tics¨ de su famoso Drevin de ¨The Naked Gun¨ (incluso se nos obsequia/tortura con unas escenas de amor entre Harrison y Cassandra que son las mismas que las del famoso teniente y Jane). Lo interesante es que Proft, cuando uno menos lo espera, también demuestra habilidad para chistes más sutiles y no tan basados en lo evidente y burdo.

No son lo que distingue a éste y otros films del estilo, desde luego, pero sí son los que un servidor prefiere recordar, sinceramente (por ejemplo el guardia del autobús haciendo de azafata, el coche que los marshals dejan sin el freno de mano, los flashes del ¨flashback¨ que obligan a Nielsen a ponerse las gafas o la periodista de las noticias que queda sin voz cuando el anterior quita el sonido de la televisión). Ingenio basado en la sutileza de lo absurdo es el que exhibe ese fabuloso Richard Crenna en su exageración del Gerard de Tommy L. Jones (al que sin duda podría haber interpretado).
Y sobre todo durante sus interminables y trabalengüísticos diálogos, en contraposición al humor más físico de Nielsen; su buena combinación en la película (y no la de las féminas y el protagonista, pues carecen de química por todas partes) es una de las mejores bazas. Pero el director no lo aprovecha bien, era de esperar; llegando a los últimos cuartos se entrega al aumento del delirio, los giros confusos, la destrucción del carisma de los personajes (que ya era poco), los chistes cada vez más injustificados y ese largo etcétera típico de estas producciones.

También era de esperar que, a finales de década, algo como la presente no obtuviera un gran éxito de taquilla, y es que este cine estaba ya en su fase moribunda, hasta que no lo renovaran, de una manera mucho más grosera y juvenil, los hermanos Wayans al principio de la década siguiente...
Si para mí, de entre todas, hay una escena para recordar por siempre, es el viaje que Nielsen pasa en ese coche que no deja de saltar, y los segundos posteriores, saliendo de él entre espasmos; ¡qué gran actor del ¨slapstick¨! Si hay una escena para olvidar, de las muchas que a uno se le ocurren, es todo el final: repetitivo, tedioso, vergonzosamente estomagante...y sin gracia.


Granujas de Medio Pelo Granujas de Medio Pelo 14-10-2022
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Vuelven las historias de sinvergüenzas arruinados, de parias analfabetos que intentan salir del atolladero en un mundo demasiado gris y caro para ellos, de pobres ingenuos que sin merecerlo son recompensados por la vida en el momento más oportuno.
Ladrones e idiotas, sí, pero con encanto.

Intentar salir del bache era la máxima prioridad de Woody Allen a finales de unos agitados 90 que parecían no acabar nunca; en EE.UU. pierde credibilidad ante su público por el escándalo de Soon-Yi aunque en el resto del Mundo y sobre todo en Europa sigue siendo considerado un maestro de pleno derecho; y eso es algo que prueban títulos como ¨Celebrity¨, ¨Acordes y Desacuerdos¨ y la genial ¨Desmontando a Harry¨, con las cuales vuelve a sus ácidas biografías preñadas de angustia existencial y humor negro. Pues todo esto termina con el inicio del nuevo siglo.
El actor/director, que ya llega a los 65 años, firma por la compañía de Spielberg, DreamWorks, y así, como influenciado por el estilo de éste, empezará otra nueva etapa, una especie de tercera juventud con la que sin llegar a innovar su cine lo abordará desde otro enfoque, más luminoso, menos rabioso y muy lúcido en cuanto a humor (aunque hay quienes afirman sobre este periodo que sólo acumulará una serie de réplicas, perezosas y evasivas, de sus propios trabajos). Pone de manifiesto este distanciamiento con la década anterior una comedia que va a rodar junto a la célebre Tracey Ullman, según declara ¨una de las pocas cómicas que le hacen reír¨.

¨Granujas de Medio Pelo¨ tiene a bien abrir este periodo, con la que se mira hacia uno de los subgéneros más explotados del cine: la ¨crook story¨; pero está claro que desde el humor más sano y desenfadado. Con un desvergonzado enclenque tras sus grandes gafas de protagonista, Allen recupera un personaje perdido en la memoria de los fans y en su filmografía, precisamente con el que la comenzó: el Virgil Starkwell de ¨Toma el Dinero y Corre¨. Ray Winkler es una versión madura (al menos físicamente) de aquel entrañable delincuente, igual de patoso y desafortunado.
Sin embargo a éste le dota de una cierta fealdad más próxima a sus clásicos álter-egos neoyorkinos, además de concederle el haber salido de prisión y, más tarde, de hacerse inmensamente rico. No goza, por otra parte, de la compañía de una esposa sumisa y dulce; Frances es su contrapunto fuerte y decidido, cuyo único deseo es, si es posible, llegar a ostentar una vida de opulencia y elegancia. Personajes adscritos a su condición de clase media-baja insatisfechos con los que el director expone este prólogo, donde Ray reúne a un pintoresco grupo de ladrones con la brillante idea de atracar un banco a través de un túnel excavado por el edificio contiguo.

Simpleza y ese regusto por el humor de antaño que tanto caracterizaba sus primeras obras. Muy inspirado por ¨El Quinteto de la Muerte¨, ¨I Soliti Ignoti¨ de su adorado Mario Monicelli y el clásico de Lloyd Bacon ¨Larceny, Inc.¨, de donde recicla todo el grueso del argumento (pero cambiando las maletas por galletas), Allen construye a lo largo de este inicio una inteligente fábula de preparación de un gran robo con todos los tics del género convertidos en carne de parodia (sin olvidar títulos literalmente mencionados como ¨El Tesoro de Sierra Madre¨ o ¨Al Rojo Vivo¨).
No obstante, la torpeza de los hombres se ve equilibrada por el talento de la mujer, aquí el que tiene Frances con sus galletas, y que llevará, como a los amigos de ¨O, Brother¨ (realizada en las mismas fechas), a lidiar con un afortunado golpe de suerte lejos de sus planes principales (la comedia toma su lugar sin duda, pues los delincuentes jamás han tenido suerte en los lindes del ¨noir¨). A partir de entonces el film, que alcanzó instantes brillantes como la rotura de una cañería intentando abrir Ray la pared, cruza una larga elipsis a un futuro cercano con el matrimonio Winkler y sus socios comidos por la fortuna. Y todo entra en su fase descendente...

Allen saca a relucir entonces el lado más cínico y patético de la alta sociedad y las clases privilegiadas, un universo pseudo-intelectual y artificial que ya fue radiografiado, y de un modo mucho más afilado y amargo, en ¨Manhattan¨ o ¨Celebrity¨ (como mejores ejemplos). Los ladrones convertidos en empresarios, la analfabeta al frente de un imperio, y Ray intentando huir de su pomposo hermetismo; para afianzar su insatisfacción se introduce a David, un joven marchante de arte de ávidas intenciones que actúa de seductor con Frances y que amenaza su estabilidad matrimonial, reflejando a la perfección esa hipocresía tan repulsiva de las clases altas.
Joven muy bien interpretado por un Hugh Grant que parodia a los típicos galanes de sus comedias románticas. Y si antes Allen usaba a sus personajes femeninos para apoyar su ingeniosa y trabalengüística verborrea, ahora es Ullman (a veces detestable) quien posee este don, despojándole de sus mejores frases; y es que nunca el actor/director encarnó a un personaje tan plano (mucho más que Starkwell) si bien sigue conservando su gracia y encanto. Les siguen unos secundarios maravillosos que en ciertas ocasiones también roban el protagonismo al anterior, caso de Jon Lovitz, Michael Rapaport y Elaine May (sencillamente soberbia).

Incluso si desea rematar su faena con una ¨vuelta al principio¨ regalándonos otra farsa entre joyas, mentiras y cajas fuertes que no se abren, Allen no termina de despegar con esta simpática fábula, puede que por reducir tanto su prometedora primera parte o por su deseo de explayarse con diálogos menos ingeniosos de lo acostumbrado.
Irónicamente logró su mayor recaudación en taquilla desde ¨Delitos y Faltas¨, y todo sin tener que recurrir al humor chabacano que practicaban en el momento Jay Roach, Adam Sandler o los Farrelly. Pero mucho mejor se revelaría en ¨La Maldición del Escorpión de Jade¨, su siguiente obra...


Todo lo que siempre Quiso Saber sobre el Sexo y no se Atrevió a Preguntar Todo lo que siempre Quiso Saber sobre el Sexo y no se Atrevió a Preguntar 14-10-2022
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¿Surten efecto los afrodisíacos?, ¿qué es la sodomía?, ¿qué son los pervertidos sexuales?, ¿qué sucede durante la eyaculación?...
Todas estas preguntas, si usted tiene dudas, si no ha tenido aún éxito en sus relaciones o si siente simple y llanamente una sana curiosidad, el sr. Allen se lo puede contestar sin ningún reparo, y además de una forma amena y divertida.

Es 1.972 y aún está empezando como director, pero viene pisando fuerte. Tras ¨Bananas¨ se interesó mucho en el libro homónimo del psiquiatra experto en sexualidad David Reuben, manual publicado en 1.969 que significó una revolución en su época, llegando a ser el más popular y alcanzando 51 países como ¨best-seller¨. Pero el neoyorkino, con esa manera tan desenfadada que tiene de ver las cosas, no adaptó el libro sino que lo parodió regalándonos, a través de siete cortometrajes sin aparente conexión, uno de los más incisivos y disparatados tratos cinematográficos sobre el sexo, sus desviaciones, y todos los políticamente incorrectos tabúes que ello implicaba.
Una vez más demostró una inventiva sin igual para crear un universo y estilo propio. Atrevida configuración de absurdos alrededor de varios temas que parten básicamente de la misma inquietud: el sexo; destacarán a lo largo de esta magnífica colección de relatos a lo ¨And Now for Something Completely Different¨ algunos más que otros, pues el equilibrio está muy reñido en mi opinión, aunque cada uno, a su propio estilo, deja un poso de satisfacción al espectador, que es el objetivo primordial del actor/director:

-En ¨¿Surten efecto los afrodisíacos?¨ podemos ver un clásico ¨sketch¨ humorístico de Woody Allen situado en un medievo a lo Monty Python y disfrazándose éste de patético bufón con muchos de sus ingredientes paródicos, creando una farsa del ¨Hamlet¨ de Shakespeare en base a la pasión lujuriosa y prohibida donde destaca la gran actuación de Lynn Redgrave. Es la primera vez que Allen habla a la cámara, cuya técnica seguirá en el futuro.
-¨¿Qué es sodomía?¨, o más bien ¨¿Qué es zoofilia?¨, abarca con un afilado y negrísimo humor de corte británico algo tan descabelladamente obsceno como un inopinado affair de un médico, a quien da vida un inconmensurable Gene Wilder, con la oveja de un paciente (¡!), todo ello expuesto en un ambiente cálido y amoroso que raya lo demencial por su contexto patético y surrealista sobre una desviación nunca tratada antes (seguro) en el cine. Con ella Allen logra uno de los mejores momentos de su carrera y va más allá de lo que la comedia podía ofrecer; el efecto es vergonzoso pero divertidísimo.
-En ¨¿Por qué algunas mujeres tienen problemas para llegar al orgasmo?¨ se parodia con mucha desvergüenza la comedia italiana y sobre todo a Fellini y Antonioni (en versión original los personajes hablan en italiano), heredando su mordaz frescura y audacia. Aquí al actor/director le acompaña la que fuera su esposa, la neurótica Louise Lasser, dando vida a una pareja de clase alta cuya insatisfacción matrimonial halla solución en el deseo pecaminoso, en este caso el sexo practicado en sitios públicos.
-Tras esta ligera celebración carnal, ¨¿Los travestís son homosexuales?¨ ataca a la comedia costumbrista y al conservadurismo tan arraigado a la familia norteamericana de clase media-alta. Un matrimonio ha de comer en casa de los padres del yerno, unos pretenciosos snobs, y en ese ambiente tan apolillado y solemne, Allen desata la anomalía para culminar en desastre; brillante y socarrón enredo a lo Lubitsch o Edwards con una actitud de nuevo muy audaz y una actuación excelente de Lou Jacobi.
-¨¿Qué son los pervertidos sexuales?¨ se burla de una manera destructiva de la depravación y los peligros, cada vez más asumidos, de la televisión estadounidense, contando además con personalidades de ese mundo como Jack Barry, Robert Lewis o Regis Philbin. Un ¨game show¨ cuyo objetivo es descubrir la perversión de un concursante; un absurdo muy provocador que se eleva a la cima cuando el invitado es un rabino que pide ser azotado mientras su esposa come carne en el suelo. Allen no tiene límites.
-¨¿Son exactos los descubrimientos de médicos que se dedican a la investigación sexual?¨ parodia el cine de terror de serie ¨B¨ de la época de los 50 donde tenemos a John Carradine en un papel que le va como anillo al dedo como ese científico loco que sólo realiza inmorales experimentos. Allen sale de los ambientes góticos de la Hammer y vuelve al desastre cuando un gran pecho (¡!) destroza la mansión para pasearse por carreteras y campos cual bicho gigante de Bert I. Gordon. Aquí uno ya se debe rendir a lo imposible, y de hecho este debería haber sido el final de la película...
-Pero el broche de oro lo pone ¨¿Qué sucede durante la eyaculación?¨, una historia excesiva y fantástica. Pantomima de ciencia-ficción al estilo de George Pal y en la línea de ¨Érase una Vez...el Cuerpo Humano¨ que está entre lo mejor que ha dado el director y el cine de humor en general. Magistral la forma en que se recrea la unión sexual, la batalla que se libra dentro del cuerpo de una persona cuando ésta se prepara para hacer el amor; se va más allá de lo absurdo y Allen se adelanta en años a la comedia de grandes proporciones que llenaría cines en la década de los 80; podemos ver a un joven Burt Reynolds y un genial Tony Randall a los controles mientras un impagable Woody se mete en la ¨piel¨ de un espermatozoide que reflexiona temeroso sobre su futuro.

Aunque el director no quedó muy satisfecho con respecto al mismo, como de costumbre, el film fue un completo éxito y de los más aplaudidos en 1.972. Memorable también el tema del principio y el final cantado por Cole Porter, ¨Lets Misbehave!¨, que nos avisa de lo que nos podemos encontrar.
Como una vez dijo un primo mío: ¨...si no has visto a Woody Allen sujetando una cruz frente a una teta gigante o vestido de espermatozoide tocando una armónica es que aún no has visto nada¨. Y merece la pena ver algo así, la verdad.


La Pantera Rosa La Pantera Rosa 14-10-2022
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En un hotel-centro turístico de alta montaña va a tener lugar uno de los enredos más divertidos, inexplicables, elegantes y sorprendentes de cuantos nos hayan podido invitar.
Y en el epicentro de todo esto uno de los diamantes más famosos y espectaculares que hayamos podido ver: la ¨Pantera Rosa¨.

Un inesperado Blake Edwards dejaba al público sin aliento en 1.962 con ¨Días de Vino y Rosas¨, uno de los más desgarradores dramas que produjo Hollywood sobre los efectos del alcohol en la existencia del ser humano; la Mirisch Company le enrola entonces en un gran proyecto, una comedia sofisticada de holgado presupuesto que cuenta con un reparto de lujo con David Niven a la cabeza, pues se trata en esencia de un vehículo para él. Se produce entonces un contratiempo durante la preproducción: Ava Gardner y su esposo Peter Ustinov, contratados como secundarios, abandonan el barco.
Edwards les reemplazará entonces por la modelo y actriz francesa Germaine ¨Capucine¨ Lefebvre y el nativo de Portsmouth Peter Sellers, respetado actor (ya convertido en director) que poco antes sorprendía encarnando al Clare Quilty de ¨Lolita¨; esta sería una sustitución vital para comprender hasta dónde llegó el éxito de la película gracias a su personaje, el inspector francés Jacques Clouseau, concebido de forma totalmente distinta a como él, haciendo uso de su destreza para la comedia física y ganándose todo el favor de Edwards por ello, lo acabaría interpretando. Para más inri se les une la ¨meravigliosa¨ Claudia Cardinale al rechazar su amiga Audrey Hepburn el papel.

Pero antes de viajar a Cortina dAmpezzo, lugar que será el escenario primordial de la historia, viajamos veinte años atrás, a los pomposos aposentos del Maharajah de Lugash cuando éste promete a su hija Dala heredar el diamante más grande y perfecto, la ¨Pantera Rosa¨. Tras unos títulos de crédito míticos que ya han pasado a la Historia, con la susodicha pantera como dibujo animado acompañada de la memorable melodía compuesta por Henry Mancini, Edwards nos irá presentando a los diversos personajes que se unirán más tarde, repartidos por distintos lugares del Mundo.
Que son: el ladrón de guante blanco Charles Lytton, apodado ¨El Fantasma¨, su desvergonzado sobrino George y Clouseau, el inspector que lleva dedicando toda su carrera a cazar al ladrón con las manos en la masa. En el precioso centro turístico se acaban reuniendo, junto con Simone, esposa de éste último y una zorra mentirosa y oportunista, compinche de Lytton, y la princesa Dala, que huye de su país tras la muerte de su padre y el deseo de su pueblo de poseer el diamante. Pudiera parecer que el escenario se prepara, con esta gran joya y un escurridizo ladrón de por medio, para una gran intriga heredada de Hitchcock, Siodmak o los textos de Christie...pero nada más lejos de la realidad.

A lo largo de una entretenida y vibrante hora y media, el cineasta despliega en ese ambiente ostentoso y rimbombante una ¨screwball comedy¨ adscrita a los cánones de su época de mayor esplendor y muy en la linea de anteriores genios como Charles Walters, George Cukor, Ernst Lubitsch y el Hawks cómico. El elegante y seductor Lytton, la infiel Simone, el entrañable patoso de Clouseau, son los pilares de una comedia romántica y enredada, distribuida en interiores lujosos en su mayor parte donde se cruzarán por casualidad, evitarán, esconderán o tropezarán debido al nerviosismo. Y para rematar, el bonito número musical obligatorio de este tipo de films.
El mejor ejemplo lo tenemos cuando Lytton, su sobrino y el matrimonio Clouseau (mas un botones y una limpiadora) coinciden en el cuarto de éste último, regalándonos Edwards casi un delicioso cuarto de hora de equívocos y salidas y entradas perfectamente calculado en ese escenario interior; éste se perfila como un maestro de este género que, por desgracia, no hallaría en el paso del tiempo (gran enemigo del cine después del cambio de gustos en el público) su mejor virtud, y es que esta comedia, tan sofisticada, tuvo sin duda su época. Por eso introduce en ella un personaje tan inoportuno como Clouseau, generador del caos, ser bobalicón y destructivo, pero adorable.

Este Clouseau es todavía un esbozo; aún no se ha vuelto un arrogante mentecato, más bien es un pobre hombre engañado por todos al que la suerte siempre se le escapa, pero con el ingrediente humorístico de aquellos grandes del ¨slapstick¨, en quienes Sellers se inspira (su personaje es una extensión de los torpes ya creados por Chaplin, Lloyd o Keaton). Por eso cuando él no está en pantalla la película adopta un cariz más refinado y amable, sin perder de todos modos el incomparable absurdo que despliega Edwards (uno de los episodios más empalagosos tiene que ver con las trasnochadas maniobras de seducción de Lytton con la princesa Dala).
Este personaje, en lo que a un servidor respecta, no es en absoluto interesante (porque poco me interesa lo que le pueda pasar a una joven heredera caprichosa e insoportable de la realeza); por ello el director, siguiendo la condición disparatada de Clouseau, nos brindará un rocambolesco clímax a lo Wilder (como a él siempre le ha gustado hacer) comenzando en esa hilarante fiesta de disfraces en la mansión de la princesa. El brillante trabajo técnico se complementa a la perfección con la labor artística; en este sentido, Sellers robará el protagonismo a sus compañeros, incluso a la soberbia ¨Capucine¨ y a Niven (lo que no le sentiría nada bien a éste).

¿Y la ¨Pantera Rosa¨? Casi un ¨macguffin¨ al que nunca prestaremos atención, porque esta, al fin y al cabo, no es una historia detectivesca pese a ciertos detalles inevitables del género. Pero sí fue un inmenso éxito que arrasó en taquilla y catapultó a Edwards y Sellers como uno de los mejores binomios cómicos de la época.
Al año siguiente prosiguió con las aventuras de su torpe inspector olvidando a los demás personajes, naciendo así una leyenda del humor y una saga que abarcaría tres décadas...


El Regreso de la Pantera Rosa El Regreso de la Pantera Rosa 14-10-2022
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Mucho tiempo ha pasado desde que el famoso diamante ¨La Pantera Rosa¨ fuera robado. El inepto agente Jacques Clouseau ha sido trasladado a un destino más acorde a sus habilidades y el sr. Charles Lytton parece haberse retirado de su profesión...
hasta que un accidente los va a volver a unir, y en la más grande de las aventuras.

En 1.964 se estrena ¨A Shot in the Dark¨ (prefiero ignorar su título traducido) y es todo un éxito; Blake Edwards captura definitivamente el espíritu del alocado e inútil inspector Clouseau que Peter Sellers había encarnado un año antes en ¨La Pantera Rosa¨ (y con el cual robó todo el protagonismo a David Niven, por ello no volvería a interpretar su personaje después). Destaca la arrogancia y la torpeza del francés como medio para los delirantes ¨gags¨, además de ser introducidos secundarios de lujo como el sirviente Cato o el desquiciado jefe Charles Dreyfus.
Tras este clásico del humor nunca más se supo. Aparece una tontería realizada por Bud Yorkin con Alan Arkin que nadie relaciona con la saga iniciada por Edwards, quien empieza a meterse en líos por culpa de su inmensamente costosa ¨La Carrera del Siglo¨, y los productores no se fían mucho de él; por otra parte Sellers demuestra ser alguien intratable en lo privado además de tener problemas con las drogas. La carrera de ambos, pese a una gran colaboración como ¨El Guateque¨, no discurrirá bien en años venideros; el director desea hacer reflotar la saga pero no obtiene el beneplácito de la escéptica United Artist, así que se encargará el productor inglés Lew Grade, quien promete financiarle dos películas.

La primera es el drama ¨La Semilla del Tamarindo¨, con Julie Andrews (esposa de Edwards); en la siguiente éste decide hacer las paces con Sellers y unir sus fuerzas para traer de vuelta la fórmula que les diera el éxito casi una década antes (aunque previamente se barajase no un largometraje sino una serie de televisión). Como en ¨A Shot in the Dark¨ un suceso impactante en plena noche es el resorte de los acontecimientos, aquí el robo del célebre diamante, cuya firma pertenece sin duda al ya retirado ¨Fantasma¨ Lytton, una secuencia de apertura muy bien filmada en la que Edwards marca la diferencia con todas las demás entregas de la saga.
De la ficticia Lugash nos vamos directamente al lado de Clouseau, y el humor empieza a fluir gracias al talento innato de Sellers (y es que pocas escenas de presentación son tan divertidas como la charla con el falso mendigo ciego y el mono). El realizador recupera no la atmósfera sutil de ¨La Pantera Rosa¨, sino la más salvaje y disparatada de ¨A Shot in the Dark¨ (siendo las peleas entre Cato y el inspector el mejor ejemplo); pero cuando al inepto protagonista le encomiendan recuperar el diamante robado la trama se bifurca centrándose tanto en sus desastrosas hazañas como en la intriga más ¨seria¨ que concierne a Lytton.

Así vamos a tener tiempo de todo, de reírnos a carcajadas con el humor puramente visual y físico heredado de Keaton, Chaplin, Lloyd y Laurel y Hardy que nos ofrece Sellers y su álter-ego, y de introducirnos en una especie de aventuresco ¨thriller¨ con el ¨Fantasma¨ de implacable protagonista, un poco en la línea de James Bond, o de otra película de Edwards, ¨Gunn¨ (sobre el agente de mismo nombre creado por él muchos años antes para la televisión); dos tramas divididas, comedia absurda y suspense y acción, que sin embargo no se necesitan para sobrevivir por sí mismas.
Por otra parte, restos de humor, romances y ladrones de guante blanco se heredan del clásico de Hitchcock ¨Atrapa a un Ladrón¨, al tiempo que una pequeña subtrama nace entre todo este entretenido desaguisado: la cada vez más acusada locura del jefe Dreyfus (y que incluso dará para una película al año siguiente). Seguro que para muchos la historia que atañe a Lytton es sólo un mero paréntesis que interrumpe los sucesivos e hilarantes ¨gags¨ de Clouseau, pero Edwards la dota de buen ritmo, absorbente intriga y algunos giros como para resultar medianamente interesante, sin olvidar sus propias dosis de humor (el constante sufrimiento de Pepi).

En lo que respecta a Sellers, un escenario y su arte para la improvisación le bastan para construir toda una historia donde no la hay en ningún sitio (la vigilancia de Claudine Lytton en Suiza, un pretexto nada disimulado...), al igual que sucedía en ¨El Guateque¨; Edwards le deja expresarse y actuar a su aire, incluso adoptar en esta ocasión un acento francés de lo más horrible, origen de todas esas bromas sobre la incomprensión del habla del inspector. Esto dará algunos de los momentos más divertidos no sólo de la saga y de las carreras de ambos, sino de todo el cine de humor de los 70.
Como por ejemplo la manipulación del teléfono en casa de los Lytton, los desastres que organizan Cato y Clouseau en sus peleas, la escena de la bombilla o los avergonzantes intentos de seducción de Claudine, dando pie a que no dejemos de ver la preciosa sonrisa de Catherine Schell, quien no podía dejar de carcajearse con las ocurrencias del actor (y como él, yo también sigo admirando su belleza); con su imponente presencia y forma física, Christopher Plummer sustituye a Niven en su encarnación del ladrón, una versión mucho más refinada de su Eddie Chapman de ¨Triple Cross¨. Además tenemos a los impagables Burt Kwouk, Graham Stark, Mike Grady, André Maranne y Herbert Lom (qué tremendo actor cómico).

Con sus ciertas irregularidades argumentales (todo hay que decirlo) y algunas crueles críticas, ¨El Regreso...¨ no sólo arrasa en taquilla, sino que relanza las carreras de Edwards y Sellers; tal fue el éxito que otra entrega llegaría poco después, aunque ésta será siempre mi favorita.
Como colofón, aunque parecía imposible, las tres tramas confluyen en uno de esos finales delirantes y surrealistas que tanto le gustan al director, acabando en un epílogo sencillamente magistral (esa zapatiesta en el restaurante japonés).


The Land of Hope The Land of Hope 14-10-2022
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Si mantener una linea constante de trabajo y estilo es la base del éxito para muchos directores, otros prefieren probar sus habilidades navegando en los más dispares géneros, siempre evolucionando, siempre abordando su particular punto de vista sobre la vida desde un enfoque distinto.

Y si alguien logra destacar entre esta clase de directores hoy en día es sin duda Sion Sono, para quien la experimentación y el riesgo han formado parte de su carrera desde sus comienzos. Tras impactar a todos con sus demoledoras ¨Guilty of Romance¨ y ¨Himizu¨, el nipón volvería a cambiar de mentalidad para centrarse nuevamente en la que fue una de las mayores catástrofes acontecidas en Japón: el terremoto que el 11 de Marzo de 2.011 azotó la costa de Honshu, en la región de Tohoku, provocando el posterior tsunami cuyas olas de más de 40 m. barrieron todo a su paso afectando además a la central nuclear de Fukushima; más de 15.000 muertos, 6.000 heridos y 2.000 desaparecidos dieron como resultado la crisis más dura a la que se enfrentó el país desde la 2.ª Guerra Mundial.
Una crisis con la que muchos se solidarizaron y concienciaron, como el propio Sono, quien se propuso recrear la tragedia con la mayor honestidad, respeto y compromiso posible. Y lo haría de tal modo que su historia poco, o más bien nada, se aleja de los hechos reales, situando esta vez la acción dramática en la prefectura de Nagashima, donde un fuerte terremoto va a trastocar las humildes, felices y apacibles vidas de dos familias de granjeros residentes en un pequeño pueblo cerca de una central, la de Ken Suzuki y la de Yasuhiko Ono (a quien asaltará, como un mal presagio, una pesadilla sobre la catástrofe).

A diferencia de su tratamiento del tema en la antes mencionada ¨Himizu¨, más como telón de fondo y metáfora de la desolación, en ¨The Land of Hope¨ el cineasta habla del incidente en sí, pero centrándose en las consecuencias. Nunca veremos una explosión ni el tsunami, sino en qué grado va afectando a todos los habitantes, que, invadidos por el pánico y la confusión, no sólo han de lidiar con el desastre propiamente dicho, sino con sus propios compatriotas, de quienes únicamente reciben rechazo, burla y desprecio, y con un Gobierno y una autoridad ignorantes que prefieren ocultar el suceso bajo una hipócrita mascarada y manipular la información, más empeñados en implantar medidas absurdas (¨No puedes hacerlo, el país te gritará¨, dice Yasuhiko a Chieko cuando ésta se dispone a cruzar la valla) que en proteger a la población; un Gobierno y una nación de los cuales es preciso desconfiar.
Tras el terremoto y la intervención de las autoridades, la trama se bifurcará mostrando cómo la difícil situación impacta en las tres parejas principales del film: Yoichi e Izumi, Yasuhiko y Chieko y Mitsuru y Yoko; de este modo les seguiremos a través de una tierra dominada por la incertidumbre, la inseguridad, la paranoia y el recelo. El director, con un marcado y crudo realismo, logra hacernos sentir como ellos, indefensos ante las consecuencias y secuelas derivadas del desastre, a menudo interpenetrando en la psique de los personajes para ponernos directamente en su piel (así veremos la radiación exterior y las estacas de la opresión a través de los ojos de Izumi y Yoichi o escucharemos la música del festival a través de los oídos de Chieko).

Yoko es incapaz de encontrar a sus padres entre las ruinas de la ciudad, Yoichi asiste a la degradación mental de su esposa por culpa del miedo a la radiación y Yasuhiko se ve acosado por un Gobierno que quiere arrebatarle su vida y su trabajo...pareciera que no hay salida posible a la pesadilla. Aun así, aunque la felicidad y la prosperidad vayan ligadas a la desgracia (el estar embarazada acrecienta la locura en Izumi), aunque el pesimismo y la amargura estén muy presentes, se aboga por la supervivencia y la unidad, pese a todas las dificultades que surgen en el seno de la familia y la pareja (esas estacas que sólo sirven para dividir) y los inclementes giros del destino. En definitiva, se aboga por la esperanza (de ahí el nombre del film).
Sin hacer alarde de artificios ni de efectos innecesarios, Sono abandona muchos de los elementos de su particular universo y se limita a narrar los hechos de manera sobria, más sosegada que de costumbre, reparando en los más ínfimos detalles para transmitir las más grandes emociones y radiografiando con total naturalidad (aunque a veces proponga ingeniosas metáforas y símbolos) los sentimientos de los personajes, a quienes filma casi sin despegar la cámara del suelo; registro sin duda heredado del clásico cine de Ozu, Naruse y Shimizu y que se acerca al de sus contemporáneos Koreeda y Yuya Ishii, o al del Kitano más sentimental.

Envuelto por una melancólica y casi imperceptible banda sonora y la fotografía de Shigenori Miki, la cual capta a la perfección la suavidad y profundidad del espacio, tenemos a un elenco de maravillosos actores que brindan interpretaciones harto conmovedoras y realistas, desde Jun Murakami y Megumi Kagurazaka hasta Yutaka Shimizu, Hikari Kajiwara e incluso Yoshihiro ¨Denden¨ Ogata, cuya aparición es más bien breve; aunque en especial cabe destacar a esos inmensos Isao Natsuyagi y Naoko Otani (atención a aquella inolvidable secuencia donde bailan en el paraje nevado).
Como ya hiciera en ¨Be Sure to Share¨, Sono, sin recurrir a excesos, vuelve a dejar patente su destreza para impactar al espectador simplemente plasmando la cotidianidad y las relaciones de los seres humanos, haciendo hincapié en la adversidad y la felicidad. Una fábula tan brutal, sobrecogedora y desgarradora como abrumadoramente lírica y sensible que vapulea al espectador hasta en las mismísimas entrañas y le encoge el corazón...

pero que ante todo rinde un sincero tributo a las víctimas de la catástrofe, a su lucha, al dolor, a los recuerdos, a la esperanza. Un tributo a la vida.
Me sorprende y me decepciona que no acabara en el Festival de los Oscars de aquel año.


Sospechosos Habituales Sospechosos Habituales 14-10-2022
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El engaño, uno de los recursos de mayor importancia para la Humanidad; el engaño logra confundir hasta la extenuación, desquicia a los hombres, produce gran dolor y corrupción, es una perdición y una perversidad cuyo arte no muchos pueden dominar.
Únicamente el Diablo puede, pues es su truco favorito...

Y también, por si hay alguien que no todavía no lo sepa, es el tema fundamental de una de las películas de suspense más elegantes, literalmente retorcidas e impactantes de las últimas décadas, cuyo estatus y fuerza aún se mantienen firmes contra el paso de los años. Desde hace algún tiempo el nombre del neoyorkino Bryan Singer está muy relacionado con la mediocridad, las cosas como son; ¨Jack, ¨el Cazagigantes¨ ¨, esas nuevas entregas de la saga ¨X-Men¨ y para finiquitar su caída al abismo el ¨biopic¨ ¨Bohemian Rhapsody¨. Pero hubo una época en la que era sinónimo de genialidad, frescura e innovación: los lejanos y añorados 90.
Singer pasó a estar en boca de todos, como muchos de sus coetáneos en el momento, gracias al Festival de Sundance, donde recibió elogios por su barato pero interesantísimo debut ¨Public Access¨, coescrito con su amigo Chris McQuarrie. Su siguiente proyecto conjunto empezaba a madurarse a partir de dos ideas: cinco individuos ante una rueda de reconocimiento como posible poster y la famosa frase pronunciada por el capitán Renault en ¨Casablanca¨ (¨Round up the usual suspects!¨) como posible título. Con un presupuesto moderado, el apoyo de pequeñas productoras y un reparto que cobró menos por el respeto que tenían hacia el guión, Singer se preparó para dar el salto definitivo.

Con inusitada crudeza comienza este relato ¨neo-noir¨, en pleno astillero cuando una operación que desconocemos parece no haber terminado bien; ya empieza a distribuir el director los símbolos y escenarios esenciales para configurar el puzzle argumental que más adelante se habrá de resolver (la persistencia de la cámara en observar esas cuerdas del astillero, indicando los múltiples cabos que se deberán atar), y entre ellos un tipo misterioso, distinguido y violento, ataviado cual detective del cine negro, que pronto se configura como un enigma encarnado de existencia remota a quienes todos llamarán Keyser Soze, casi un ¨macguffin¨ en la trama.
Ya solo la secuencia inicial transcurrida en el muelle es buen indicativo del pulso tras la cámara de Singer y su gusto por expresar la esencia del misterio a través de imágenes duras pero elegantes al fin y al cabo. Todo podría haber transcurrido linealmente pero había que probar cosas nuevas y McQuarrie se apresura a dar los primeros giros; mientras en el tiempo presente los federales y policías indagan en la carnicería ocurrida en el astillero, una voz, frágil y socarrona, nos revela los sucesos que provocaron tal desastre y las personas que estuvieron implicadas en él: la de Roger ¨Verbal¨ Kint.

Este hombre, afectado de parálisis, es el narrador gracias al cual avanza la historia. Escuchar, comprender y creer o desconfiar; Singer y McQuarrie se apoyan en este concepto básico. Como en ¨Rasho-mon¨, lo más importante es prestar atención e intentar averiguar qué grado de realidad alcanza la confesión del testigo, pero si Kurosawa hacía invisibles a los jueces, para que adoptáramos su punto de vista ahora éstos se personificarán con la forma del agente de aduanas Kujan y su compañero Rabin. Una rueda de reconocimiento fue la responsable de unir a cinco criminales: McManus, Hockney, Fenster, el propio Kint y Keaton.
Muchos criticaron (y siguen criticando) el complejo guión por confeccionarse descaradamente a base de trampas, ignorando que en efecto ese es su autocomplaciente objetivo. La baza primordial de ¨Sospechosos Habituales¨ es la trampa y el enredo, desde la presentación de ese grupo de personajes donde no nos cuesta simpatizar con Keaton y creernos que él, un ex-policía corrupto que intenta dejar atrás su vida criminal, es el verdadero protagonista, el centro de los hechos...y nada más lejos de la realidad. Pero así lo quiere creer el agente Kujan y de paso el espectador.

Es entonces un ejercicio de burla dejar hablar al razonable policía que apoya sus argumentos en hechos conocidos y en sólidas teorías...no obstante hace tiempo que el cine dejó de dar la razón a los policías y se decantó más por un nihilismo recalcitrante proyectado por aquellos criminales que lograban ganarse al público antes que los agentes de la ley.
Antes del concienzudo interrogatorio Kint recorre en silencio la habitación; el escenario constituye entonces un espacio difuso, hervidero de trucos y verdades a medias. Todo formará, como en los mejores policíacos, una cortina de humo.

En este sentido en que la sensación de paranoia se adueña no pocas veces de la narrativa, el film se inscribe en la tradición de esos ¨thrillers¨ ambivalentes y cínicos que llevaron el género a una etapa más moderna y adulta; quedan los ecos de Lumet, Kazan, Pollack, Frankenheimer, Schrader o Masumura, si bien es fácil percibir las influencias clásicas de Melville, Hitchcock y Welles (en especial ¨Perdición¨ y ¨Ciudadano Kane¨).
No es tanto un entretenido film de suspense con grandes dosis de acción, filmadas por Singer de manera calculada y precisa (esa memorable secuencia del asedio y asalto al coche de policía), como un relato de sombras y asfixiante tensión psicológica.

El equilibrio entre ambos aspectos es digno de un maestro. El interrogatorio y la investigación por un lado y las previas andanzas de ese grupo salvaje de criminales cuya amistad basada en la avidez por el dinero choca con el carácter fuertemente individualista de cada uno de sus miembros; cinco hombres atrapados por las artimañas de ese ser de las sombras que de repente, como si se tratase del monolito de ¨2.001¨ o de una encarnación del maligno dr. Mabuse, se convierte en el eje de todos los acontecimientos, un maestro de ceremonias y monstruo legendario de las leyendas gangsteriles.
Ese Keyser Soze que todo lo controla y deshace a su voluntad, y sobre el cual se construirá otra perfectamente urdida cortina de humo; como afirma Kint ¨El mayor truco del Diablo fue convencer al Mundo de que no existía¨. Y así sucede, en el grupo protagonista hay un Diablo que distribuye las falsas confesiones, las evasiones y las trampas cual partida de cartas ya amañada, pero durante un primer visionado de la película resulta imposible de desenmascarar. La verdad, y eso es algo fácil de intuir, sólo se halla en un sitio clave: la sala del hospital donde se encuentra ese gángster húngaro.

Y conforme se acerca el film a su clímax, apoyado en dos situaciones igual de magníficamente bien filmadas (la operación nocturna en el astillero, con una impresionante ejecución de Singer y su equipo técnico, y las conclusiones que surgen en la oficina), más se espesa el ambiente y más bifurcaciones tiene el argumento, pues durante un pequeño tramo es Kujan el protagonista y su discurso parecerá tan certero y claro que todo parece estar resuelto. Pero ya dejó demostrado Kurosawa en el juicio de Tajomaru que todos los personajes tienen una versión, y que todas pueden ser igual de factibles...
De ahí que el revelador instante final de la película (uno de los más imitados y parodiados de la Historia del cine) resulte en un impactante desenlace donde el ingenio se eleva a las alturas o bien en una broma macabra de regusto ¨depalmaniano¨ donde el espectador y esos personajes que le servían de apoyo (los policías y sobre todo Kujan) deben quedar como idiotas. La sorpresa es deliciosamente retorcida, y gana en ese aspecto con cada visionado (aunque uno ya la conozca). Después del ritmo, intenso y fluido, cortesía de un montaje soberbio a cargo de John Ottman, también responsable de la banda sonora, disfrutamos de un reparto estelar.

Gabiel Byrne, Benicio del Toro, Pete Postlethwaite, Chazz Palminteri, Kevin Pollak, Stephen Baldwin, incluso Suzy Amis y Giancarlo Esposito, que tienen papeles menores, y sobre todo ese magnético, increíble Kevin Spacey (en su brillante prefiguración del asesino psicópata de ¨Seven¨), todos ellos exprimiendo su gran talento interpretativo bajo la mano habilidosa de Singer para la caracterización de personajes.
No es extraño que ¨Sospechosos Habituales¨ fuese un gran éxito de taquilla y el trampolín de su realizador. Apareció en el panorama cinematográfico en el momento justo: después de ¨Pulp Fiction¨ y antes de ¨Seven¨. Como esos títulos es una obra que continúa confundiendo, engañando y fascinando con una sonrisa malévola...porque ese sigue siendo el mejor truco del Diablo; Singer tuvo sin duda que hacer un pacto con él.


Halcones de la Noche Halcones de la Noche 14-10-2022
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Dos hombres a través de calles llenas de basura y oliendo a droga. Un detective a punto de agotar sus fuerzas persiguiendo a uno de los terroristas más sanguinarios.
Es la caza del buitre y el chacal, caza de sudor y sangre.

Sangre que derrama sin la menor de las preocupaciones ese asesino de masas con sus bombas, terror de Europa, la afilada navaja para terminar de cortar un tejido social ya bastante dañado; sin embargo el color rojo de la sangre está presente desde los títulos de crédito, acompañados de un ¨rock¨ de teclados y nervios ¨jazzísticos¨ que parece obra de Lalo Schifrin, y que abren en New York, la eternamente nocturna. Aquí es donde empieza ¨Halcones de la Noche¨, sin tregua, entre callejones y maleantes, para llevarnos a los recónditos lugares del policíaco más clásico y riguroso.
El origen lo deja claro. Concebido para ser la tercera entrega de ¨The French Connection¨, el guión de David Shaber no maduró como debió pues Hackman rechazó volver a encarnar al mítico Doyle, y como nadie podía hacerlo se hubo de cambiar todo; guión que les llega a Sylvester Stallone y Rutger Hauer, el primero afianzando su nivel de estrella gracias a los films de ¨Rocky¨, pese a empezar a caerle mal a algunos, y el segundo preparado para viajar a Hollywood tras ganarse una buena reputación en Europa. Pero ambas nubes coinciden en un centro tormentoso...

Gary Nelson (irregular realizador televisivo que también hizo cosas como ¨Allan Quatermain y la Ciudad Perdida del Oro¨ o ¨El Abismo Negro¨) es despedido y reemplazado por el actor y guionista Bruce Malmuth (siendo este su debut oficial), y el entusiasmo se resiente debido a retrasos, diferencias con los productores y el ego de Stallone, el cual empezaba a asomar y no le dejó en buenos términos con el de Utrecht. Esto es esencial para plantear la batalla que tiene lugar entre sus álter-egos; a un lado DaSilva, policía adusto, dentro de la ley, pateador de aceras junto a un compañero negro (presagiando las parejas multirraciales de los 80), un Billy Williams en estado de gracia.
Al otro Wulfgar, el dedo que faltaba para presionar la llaga de una América débil y un tanto desubicada tras la humilde salida de Carter y la comedia presidencial de Reagan. Puede que haya llegado una nueva década pero Malmuth, y de vez en cuando Stallone, saben capturar tras la cámara la esencia de los 70, porque ¨Halcones de la Noche¨ regresa a los más sucios, sudorosos y sangrientos ¨westerns¨ urbanos que en su día nos brindaron Fleischer, Flynn o Winner, con la peripecia de Friedkin de principal referencia y una sinfonía de colores y olores profundamente agobiantes en recuerdo de Siegel y su ¨Harry, ¨el Sucio¨ ¨.

Bien amparados bajo la granulada fotografía de James Contner y la partitura del gran Keith Emerson, que da un toque más áspero a la desbocada cacería de DaSilva, versión ingenua de Serpico, mientras Hauer demuestra por qué es uno de los villanos más indignos y retorcidos del cine, papel al que se amoldó bien. Su cara a cara sustenta una narrativa de ribetes clásicos entre carreras por el metro, redadas anti-droga y rifirrafes con los jefes, desarrollándose sus personalidades mediante sus acciones y decisiones; por detrás, el horror del terrorismo fanático, pero tan atrás que aparece desdibujado en favor de la intriga policíaca de manual.
Wulfgar es un nómada sin filiación y esto permanece oculto al espectador, algo que incomodaba a Hauer (declarando que en el film los terroristas ¨no pasaban de ser arquetipos sin fondo dramático¨). Y sin embargo se hace hincapié, de un modo feroz, en la deshumanización de los guardianes de la ley para cazar a esos asesinos que atentan contra su sociedad; siguiendo las ideas reaccionarias ¨reaganianas¨ un oficial instruye a DaSilva cual soldado y espeta que ¨la violencia con violencia se combate¨, trayéndole malos recuerdos de la era Nixon y el horror de la aún presente Guerra de Vietnam (al cual Stallone volverá más furioso en ¨Acorralado¨).

Pero es Hauer, con su carisma natural y fuerza interpretativa, el que roba toda la atención por encima del aceptable trabajo de aquél, pese a darse una profundización mayor en los miedos y dilemas morales que afectan a la policía, obligados como el protagonista a convertirse en asesinos para detener a otros asesinos, y pese a dejar en segundo plano el papel del terrorismo y de sus artífices, quedando Wulfgar como un mero chiflado que impone su violencia por el simple hecho de poder hacerlo, sin explicaciones ni justificación. Un villano de genuina maldad (en realidad así son los terroristas).
Y también pese al boicot que llevaron a cabo los censores para reducir la violencia y el simpático Stallone en posproducción, cortando metraje de los personajes de Hauer, Persis Khambatta y la ex-mujer de DaSilva, una correcta Lindsay Wagner que sale y entra de la historia sin orden ni concierto. No empaña el un tanto incoherente desarrollo narrativo a la hábil dirección del traído por sorpresa Malmuth, regalándonos grandes secuencias autónomas que dan lustre al conjunto, pudiendo destacar tres de ellas al marcar la evolución de las emociones del héroe en correspondencia con el villano, y viceversa.

Por esto son las que hacen mover la trama hacia otro nivel: la de la discoteca (el encuentro entre ambos), la del teleférico (el punto culminante de su rivalidad) y la del asalto en la cocina (el enfrentamiento final), todas servidas sin artificios baratos, siempre centrándose en el ritmo de la acción y la intensidad de un suspense fraguado con calma hasta el gran estallido de violencia que lleva la escena a un instante culminante.
Para quien quiera, ¨Halcones de la Noche¨ es objeto de culto, híbrido curioso del policíaco que arrastra el alma de los 70 hacia el umbral de los 80, donde el género mutará hacia nuevos caminos; por su parte, ambos protagonistas salen para dar el salto definitivo de sus carreras: uno a través de ¨Blade Runner¨, el otro de ¨Acorralado¨.


The Mole Song: Undercover Agent Reiji The Mole Song: Undercover Agent Reiji 14-10-2022
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Apaleado, torturado, apuñalado, envuelto y empaquetado, así se presenta Reiji Kikukawa, héroe de esta historia que cruza de nuevo los límites en cuanto a manga adaptado a la gran pantalla.
Y si de límites para cruzar hablamos nadie mejor en el desempeño de dicha tarea que el sr. Takashi Miike.

Quizás llegando a sus 53 primaveras haya bajado el ritmo de producción con respecto al mantenido unos años antes, pero lo cierto es que si algo consigue siempre es pillar desprevenidos a sus fans; tras provocar la confusión en muchos, incluso un servidor, por su nominación a la Palma de Oro para la no así notable ¨Shield of Straw¨, se descuelga con la enésima adaptación de un cómic, lo que le llevará todo un exhaustivo año de preproducción, producción y posproducción. Se trata de ¨Mogura no Uta¨, obra de culto que Noboru Takahashi comenzara en 2.005 y cuya publicación aún prosigue.
Aunque el prestigioso autor lleve trabajando desde finales de los 80, ésta es su creación más vendida y celebrada, en especial por el público joven masculino. Al director le encargan el proyecto después de afirmarse que ¨la tarea de llevarlo al cine es imposible, al menos respetando la fidelidad del estilo extremo original¨; no saben que hablan con un experto en ¨live actions¨, y para rematar le acompaña Kankuro Kudo, quien ya escribiera ¨Zebraman¨, además de su troupe habitual de actores y técnicos. Cierto es que imprimir la esencia de las páginas de un manga a imagen real es complicado...pero sólo con los primeros minutos de la película podemos asegurar que el de Osaka lo ha vuelto a conseguir.

Los que ya le conocen de sobra están de suerte, el inicio de ¨Mogura no Uta¨ es Miike en su más pura y dura forma, un largo prólogo de presentación de personajes y situaciones que deja extenuado a cualquiera por su desvergonzada concesión al frenético absurdo. Bajo los colores chillones de la fotografía de Nobuyasu Kita, que parece que nos vayan a abrasar las retinas, se configura el universo retorcido en delirio del agente Reiji, que por su tremenda ineptitud pasa a ser un infiltrado de los Sukiya-kai, la banda yakuza más temida de Tanibukuro...pero ya se empieza a apreciar el primer fallo cuando al director le apetece regodearse más de la cuenta en dicho absurdo.
Lástima porque a uno le gusta ver de vuelta al Miike sinvergüenza de antaño, el de ¨Fudoh¨, ¨Osaka Tough Guys¨ o ¨Dead or Alive¨, pero si pudiera hacerlo proporcionando las muchas locuras que aquí se desatan de un modo menos caótico sería de agradecer. No es el caso. Durante el proceso de aprendizaje e infiltración del pobre protagonista (a quien da vida el célebre actor de dramas televisivos Toma Ikuta, al máximo de su exageración interpretativa, como sucede con todos aquí), miles de situaciones rebosantes de violencia y disparatados ¨gags¨ fuera de lugar se nos echan encima y un gran número de secundarios aparecen abruptamente deseando acaparar la atención. Todo es ruido y acción sin frenos aquí.

Como la intención de la historia es que sus personajes lleguen a un fin pero de la manera menos ortodoxa, ello da pie a Miike a plantear una parodia alocada y colorida del cine de yakuzas que él mismo visitara muy seriamente en ocasiones. Reiji no es el único elemento raro pese a lo fuera de lugar que está entre tanto gángster impertérrito durante la solemne ceremonia de aceptación; la tradición del género encuentra su bizarro reflejo por la fantasía del cómic y pasa a ser un gran guiñol de seres alienígenas (los villanos Nekozawa y Kurokawa, el policía Fukuzumi...) y acontecimientos aleatorios.
Y poco a poco, ya habiendo tenido tiempo de reírnos, nos acercamos al protagonista y sus importantes dilemas morales cuando chocan su lealtad a la policía y a su protector Hiura (encarnado por el carismático Shinichi Tsutsumi, él es de lejos el mejor personaje de la historia), quien le enseña el camino recto a seguir en la yakuza lejos de las drogas y la injusticia. Kudo y Miike tropiezan así con el mismo error que en ¨Zebraman¨ una década antes, pues aun con el humor y sinsentido como sello del universo de Takahashi, la atmósfera parece volverse más oscura, cae el drama tras hacerlo Hiura y todo se atisba desde una perspectiva más pesimista.

Otro momento clave del paso de la inocencia a la madurez que experimenta Reiji, y que determina la segunda parte, es la consumación del amor entre él y la agente de tráfico Junno; vuelve esa hermosa Riisa Naka a los brazos del cineasta, mostrando tan buena química con Ikuta que esta secuencia de despertar sexual, entre divertida y tierna, queda para mí como la más memorable de la película junto a, como no podía ser menos, la del himno ¨mogura¨, cantado a coro por los compañeros policías y marcándose Mitsuru Fukikoshi, Kenichi Endo y Sarutoki Minagawa unas actuaciones descacharrantes que merecen la pena ser recordadas de por vida.
No lo merece tanto el clímax que nos prepara Miike en el puerto; una vez más desafía nuestros nervios al írsele la mano no sólo en la extensión del metraje, sino en la acumulación de diálogos, situaciones y personajes que ahogan el ritmo hasta lo insoportable, tanto más pues se suceden casi aleatoriamente y sin avisar (la reaparición de Hiura, alucinante, y con inútiles ¨flashbacks¨ explicativos sobre qué le ocurrió). Es un fallo muy común en las obras de aquél, en especial los ¨live actions¨: algo calcula mal que siempre se despista en el cuarto de hora final y no ve cuándo ni cómo puede acabar la función...

No así nos regalará el traspaso de droga más original que se haya visto nunca en el cine. Pero parece que el tedio general en el cual cae irremediable y tristemente ¨Mogura no Uta¨ no le afectó para nada, ya que arrasó en taquilla y obtuvo buenas respuestas a nivel internacional.
Se termina de tal manera que es fácil adivinar la intención de una secuela. Así es, el año pasado se estrenó ¨Hong Kong Kyoso-kyouku¨, que aún no me he atrevido a encarar; ¿mejorará o empeorará lo ya visto?


Luca el Contrabandista Luca el Contrabandista 14-10-2022
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Una ciudad y dos facciones enfrentadas en el negocio del contrabando, demasiadas para el mismo territorio.
Ahora la sangre va a correr (y de qué manera) en las calles de Nápoles y dos hombres serán los principales responsables: un traficante francés y un contrabandista italiano.

Y esto seguramente no es lo que esperan ver los fans de alguien como Lucio Fulci, ¿verdad? Hay que decir que cuando el veterano cineasta decidió así por las buenas introducirse en el horror al acabar los años 70 con ¨Zombi 2¨ (llamada así como mero reclamo para el público) no pudo obrar con mayor lucidez, pues su popularidad, que bien se mantenía en su país después de dos décadas dirigiendo, se disparó como nunca antes...de ahí que a partir de ese momento ya no pudiera separarse del género, al cual se dedicó en cuerpo y alma (junto con la fantasía y la ciencia-ficción) en el siguiente decenio.
Pero Fulci también fue un hombre muy versátil, como todo artesano cinematográfico que se precie, y cultivó multitud de estilos durante su carrera; este proyecto que nos atañe, de holgado presupuesto y escrito a ocho manos, pone de manifiesto lo bien que se movía el hombre en otros ambientes sin tener que haber ¨zombies¨, fantasmas, demonios, asesinos psicópatas y demás. Aquí a lo que se atreve es a resucitar un tipo de cine criminal un tanto extinto en Italia cuya cúspide del éxito fueron los 70 gracias a gente como Fernando di Leo, Romolo Guerrieri, Umberto Lenzi o Sergio Martino.

Bien se aprecia que hereda Fulci de ellos en esas primeras secuencias donde se desarrolla una persecución en las costas napolitanas (ni trepidante ni tampoco chapucera...) entre policías y contrabandistas, liderada por el importante Luca di Angelo; sin embargo los guionistas Gianni de Chiara, Ettore Sanzò y Giorgio Mariuzzo, y el propio Fulci, no se decantan por contar esta historia desde el punto de vista de los carabinieri, sino del protagonista y sus compañeros y enemigos que, dentro de ese círculo mafioso inquebrantable, practican la vieja táctica de morderse y despedazarse unos a otros.
La trama no entraña ninguna dificultad, como ya se esperaba. Luca, a quien le da vida el gran Fabio Testi (de esos nombres míticos que deben conocerse cuando uno se aventura a indagar en el ¨exploitation¨ italiano), se ve atrapado en una guerra entre miembros de la mafia, y el desfile de violencia recalcitrante y atroz es el que podemos esperar estando quien está tras la cámara. Son dos los resortes argumentales: la venganza y la ambición; la primera viene de parte de Luca tras ver a su hermano asesinado por los hombres de un conocido gángster y su decisión de alzarse contra todos, la segunda y más importante revela que hay un interesante discurso detrás de la simpleza del film.

La ambición la dispara una presencia extranjera, un hombre de negocios francés apodado ¨El Marsellés¨ dedicado al tráfico de cocaína y el empleo de la fuerza bruta para llevar a cabo sus propósitos; Fulci radiografía con la máxima aspereza, cual Fukasaku en sus ¨Batallas sin Honor ni Humanidad¨, los entresijos de la mafia y sus encarnizadas luchas internas, y también las que mantienen con los llegados de fuera a conquistar el territorio e imponer su corrosiva ley y sus malos hábitos. Reza la leyenda que aquél contó con mafiosos auténticos de Nápoles como actores, productores y supervisores del guión y el rodaje, y eso, claro, influyó en la visión del film desde la raíz.
La idea es convertir a esos compatriotas contrabandistas de tabaco y alcohol en hombres de ley, honestos padres de familia (como el mismo Luca) que significan el sustento de casi toda la economía de las clases bajas en la ciudad; esto es: en poco más que héroes sacrificados (sin por supuesto, dejar de observarlos desde una perspectiva cruda) y rretratar el Mal en esos traficantes de droga extranjeros que contaminan la sociedad y corrompen a los hombres. Confrontan, por tanto, la postura clásica, conservadora y patriota y la moderna e inmoral.

De ahí que el increíble tiroteo del clímax esté organizado por los gángsters más veteranos (donde aparece Fulci en un impagable cameo). Por lo demás, éste se deja llevar por la visceralidad a un nivel inenarrable y desata así, con momentos que desafían la persistencia retiniana como la violación a Adele (la esposa de Luca) o la tortura a Ingrid, un espectáculo tan atestado de hemoglobina y obsesión por el sadismo que acercan más la película al ¨splatter¨ que al ¨thriller¨ convencional (en comparación las obras de Lenzi, di Leo o el propio Fukasaku resultan hasta sensibles).
Desde luego se esfuerza en mostrar el lado más desagradable, grotesco e indigesto de la mafia italiana mientras a su alrededor se dispone una sociedad corrupta y repulsiva (la policía, que sólo observa o actúa de forma incorrecta, perjudicando más que ayudando; el médico, que sólo quiere dinero...); la estructura también se ve acusada de un cierto caos narrativo, colando ciertas secuencias que no conducen a ningún sitio y que únicamente sirven para aumentar la sensación de morbo y suciedad (que me expliquen a mí la razón de esa orgía que se organiza en casa de Luigi...con éste observando...).

Al lado de Testi la guapa Ivana Monti y los competentes Enrico Maisto, Ferdinando Murolo, Ofelia Meyer y ese Marcel Bozzuffi como ¨El Marsellés¨ (en cuyo papel yo hubiera preferido ver a Henry Silva); también destaca la presencia de grandes actores como Venantino Venantini, Romano Puppo y la célebre actriz porno transexual Ajita Wilson.
Interesante experimento de Fulci antes de sumergirse en las aguas del horror y la fantasía. Exitosa en taquilla, odiada por los críticos, ¨Luca, el Contrabandista¨ está impregnada de sexo, ¨gore¨ e intriga de novela negra de bolsillo con destellos de Peckinpah y Friedkin (además de los nombrados)...y un brutal clímax sacado sin pudor de ¨Milano odia: La Policia non Può Sparare¨ que paga su tributo a Lenzi y al clásico género.


Clerks 2 Clerks 2 14-10-2022
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En 1.994, ¨Clerks¨ irrumpió en el panorama convirtiéndose en una de las cimas del cine independiente americano, cápsula protegida contra el paso del tiempo que mantiene congelada y en perfecto estado una determinada época: los 90.

Con tan sólo 24 años, Kevin Smith supo captar al vuelo y con gran talento la esencia de la década y de la desencantada y pesimista generación que la habitó, logrando conectar rápidamente con los jóvenes que tuvieron la suerte de ver en cines su ópera prima, cuya recaudación superó con creces el presupuesto invertido. El joven de New Jersey prosiguió su carrera con buenas intenciones pero con títulos irregulares, los cuales no conseguían en despertar más interés o entusiasmo en el público que su debut; de hecho cada película que realizaba se intuía peor que la anterior (excluyendo ¨Persiguiendo a Amy¨).
Tras tocar fondo con ¨Jersey Girl¨ quiso poner en práctica una idea que le rondaba la cabeza desde 1.999 (y que podemos ver en los créditos finales de ¨Dogma¨): traer de vuelta a los personajes de ¨Clerks¨ como protagonistas (pues aparecían como secundarios en anteriores obras)...aunque no como los fans esperaban. Ya el inicio de ¨Clerks II¨ es toda una declaración de intenciones: el Quick Stop aparece en primer plano, erigiéndose triunfal e imperturbable sobre el barrio; en ese momento llega Dante como todas las mañanas y abre la persiana del local, descubriendo sorprendido que está siendo pasto de un incendio.

Las llamaradas de la modernidad (en color) irrumpen con furia en el pasado (en blanco y negro) que todos creíamos perfectamente conservado provocando que Randal y Dante se trasladen a un restaurante de comida rápida que, curiosamente, también sirve de ¨punto estratégico¨ para Jay y Bob, quienes han vuelto a New Jersey tras sus aventuras. Dante se enfrenta a su último día en la ciudad para comenzar una nueva vida como hombre casado, lo que no resulta nada fácil para Randal, que continúa su estancamiento existencial con resignado humor, junto a Emma, a la que duda realmente amar, dilema que se le plantea aún más difícil por la presencia de su jefa Becky, con quien tuvo una fugaz aventura.
Smith destruye su propio universo y el lugar donde comenzó y apuesta por el cambio, aunque no por la evolución propiamente dicha (pese a convertirse en beatos rehabilitados, Jay y Bob siguen traficando), sobre todo en cuestión de argumento, que nos vuelve a presentar a un Dante atascado entre dos mujeres (tergiversados reflejos de las anteriores Veronica y Caitlin) mientras ha de soportar las continuas conspiraciones y locuras de su compañero de fatigas. Pero algo desde luego cambia, y ahí es donde reside el atractivo, quizá amargo y dudoso, de ¨Clerks II¨: Randal afirma ¨a veces tengo la sensación de que el mundo nos dejó atrás hace ya mucho tiempo¨.

El director decide así enfrentar a los protagonistas a una realidad en la que no encajan, un mundo que ha avanzado más deprisa que ellos. En él, la tradición y la intimidad del supermercado de barrio ha sido sustituida por la despersonalizada y fría atmósfera de las cadenas de restaurantes al tiempo que dominan las nuevas tecnologías, nuevos temas que obsesionan a la sociedad (el racismo, lo políticamente correcto, la dominación de la mujer) e incluso una nueva generación de frikis, un tanto sobreprotegida por los padres, que ha tomado el relevo ensalzando sagas cinematográficas actuales olvidando las clásicas (registrado en esa hilarante conversación sobre cual mantiene la supremacía, ¨Star Wars¨ o ¨El Señor de los Anillos¨).
A este cambio de escenario y época acompaña un obvio cambio de registro. Y es que, como es lógico, Smith ha de sacrificar parte de la crudeza que impregnaba la primera, cuya cínica y desoladora atmósfera encajaba a la perfección con la década y la generación que retrataba. Al granulado blanco y negro lo reemplaza el vivo color al igual que los diálogos se vuelven menos afilados e irascibles y el tono pierde aspereza, rozando a menudo un sentimentalismo empalagoso (como demostrará el final); pese a esto se conserva un humor negro estrafalario y agradablemente ofensivo, aunque no tanto en otras ocasiones (lo del show del asno es algo imposible de soportar), más en la línea de ¨Mallrats¨ que en la de ¨Clerks¨, y el gusto por las referencias cinéfilas.

Con unos años más reflejados en sus rostros, Brian OHalloran y Jeff Anderson se reúnen volviendo a encarnar a los irritantes pero adorables (a su modo) protagonistas, los auténticos pilares centrales de ¨Clerks¨, con el apoyo de Jason Mewes y el propio Smith, cuyos icónicos Jay y Bob no podían faltar, al igual que los cameos de Jason Lee, Ethan Suplee o Ben Affleck. Por su parte, el joven Trevor Fehrman está absolutamente impagable, cosa que no puede decirse de la insulsa Rosario Dawson, mero reclamo publicitario orquestado por los Weinstein (por si os preguntabais cómo llegó aquí), y la mujer del director, Jennifer Schwalbach, que resulta empachosa y muy detestable.
Pequeños fallos de casting seguidos de una banda sonora dudosa y algunas escenas de lo más innecesarias (¿a qué narices viene lo del baile y por qué coño le saluda la niña a Dante?). Más simpática que divertida, más gamberra que ingeniosa, ¨Clerks II¨ es ante todo un nostálgico, sincero y cariñoso homenaje que Smith desea realizar, no sólo al pequeño universo de Randal y Dante, sino al que ha ocupado todas sus obras desde entonces, brindando una innumerable cantidad de guiños al espectador, al que realmente lo sepa apreciar. Ni que decir tiene que los resultados en taquilla fueron satisfactorios.

Al final, y para gusto de todos, el Quick Stop vuelve a estar remodelado y en funcionamiento, preparado para ser el lugar de las futuras aventuras que aguardan a unos por fin maduros Dante y Randal, las cuales seguramente tendrán lugar en una posible tercera entrega.
El tiempo lo dirá...


Mallrats Mallrats 14-10-2022
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¨¡Para pasar el día ve al centro comercial...tiene comida y moda y diversión sin igual!¨. Sí, Homer le dio muchos consejos a Bart, pero ese fue sin duda el más acertado.
¿Y es que hay algo mejor que pasar una tarde de sábado en el centro comercial en compañía de los tipos más pintorescos, frikis y raros del Mundo...¡además de Jay y Bob, ¨el Silencioso¨!? Seguramente no.

En 1.994, un muchacho llamado Kevin Patrick Smith revolucionó el panorama cinematográfico independiente con una película que estaría destinada a transformarse en un auténtico clásico del mismo (aunque haya muchos que aún lo nieguen). Rodada con algo menos de 28 mil dólares y un equipo no profesional, ¨Clerks¨ irrumpió con singular fuerza en la taquilla, logrando conectar rápidamente con el joven público, que se vio reflejado en sus ya míticos personajes, y llegando a unas cifras de recaudación que sobrepasaban los 3 millones.
El secreto del éxito estuvo desde luego en el talento del director para retratar con crudeza y mucho humor negro la época y la cínica y pesimista generación que la habitaba; obteniendo además el reconocimiento por parte la crítica y siéndole concedidos varios galardones, ¿con qué sorpresa se destaparía tras su austera e impresionante ópera prima? Sería la oferta del productor James Jacks de hacer un nuevo film para Universal Pictures contando con un jugoso presupuesto el incentivo que Smith estaba esperando con entusiasmo para volver a ponerse tras la cámara.

Y lo haría sólo un año más tarde con ¨Mallrats¨, cuyo comienzo (tras una pequeña introducción que ya nos avisa del tipo de humor que nos vamos a encontrar) es desde luego todo un guiño a aquellos espectadores que disfrutaron de ¨Clerks¨, mostrando una situación cuyas consecuencias conocimos en aquella: la muerte de Julie Dwyer; de este modo el director empezaría a extender su pequeño gran universo (el ¨viewaskewniverse¨, para los fans) sirviéndose de sucesos, lugares o personajes usados en su debut, práctica recurrente en muchas de sus obras.
Así como el color sustituye al granulado blanco y negro de ¨Clerks¨, que ayudaba a definir su atmósfera deprimente y desoladora, ahora los diálogos se vuelven menos afilados e ingeniosos y el tono pierde acidez y gana en optimismo, llegando en ciertos momentos (sobre todo al final) a unos altos niveles de empalagoso sentimentalismo; el espíritu de John Hughes y Steve Rash reemplaza al de Spike Lee, Jim Jarmusch, Richard Linklater y Quentin Tarantino. Al mismo tiempo el cineasta rellena las conversaciones y situaciones con un humor de lo más desenfadado, gamberro y la mayoría de veces hasta ofensivo, inclinándose por el chiste fácil y lo estrafalario sin más pretensión que la de hacer reír al personal.

Unos minutos para establecer la premisa y a sus protagonistas nos llevan con Brodie y T.S. (perfectos reflejos, salvando las distancias, de Randal y Dante), quienes han sido plantados por sus novias Rene y Brandi, al centro comercial donde transcurre la mayor parte de la trama, a lo largo de la cual Brodie actuará de guía para su amigo (el espectador de la película) presentándole a la extravagante fauna que por allí pulula mientras ambos hacen lo imposible por recuperar a sus ex-parejas. Un arriesgada y valerosa misión en la que participarán Jay y Bob, ¨el Silencioso¨, asumiendo por primera vez su papel de héroes (¿qué hacen aquí, tan lejos del Quick Stop?, me pregunto yo), donde irán ocurriendo una serie de disparatadas situaciones hasta llegar a un tramo final apoteósico y bastante previsible.
Pero si algo utiliza en ¨Mallrats¨ es su gusto por el cariñoso homenaje, de este modo encontramos un puñado de referencias hacia el mundo del cine (con ¨Star Wars¨ a la cabeza, cómo no), la televisión (ojo a cuando Willam confunde a Rene con Brenda, el personaje de ¨Sensación de Vivir¨ encarnado por la misma actriz), los videojuegos y, por encima de todo, los cómics, que Smith ensalzará y rendirá pleitesía constantemente de una forma muy peculiar (los alucinantes créditos iniciales son un buen ejemplo de ello), no sólo a través de Brodie, sino contando con uno de los dibujantes más grandes de todos los tiempos en su reparto, el sr. Stan Lee, que por cierto brinda una impagable actuación (no pocos fans se morirían de envidia cuando le vieron en la película).

Sin duda era la mejor manera de resarcirse tras haber vendido gran parte de su colección de tebeos para financiar ¨Clerks¨; así destapa su faceta más friki en esta obra como nunca antes había hecho ni haría en el futuro. Encabezan el elenco Jeremy London, famoso por la serie ¨Party of Five¨ pero cuyo carisma brilla por su ausencia, y un joven skater profesional llamado Jason Lee en su debut, quien formaría parte, junto con otros como Ethan Suplee, Ben Affleck o Joey Lauren Adams, de ese grupo de actores fetiche del realizador, que regresa acompañado de su inseparable Jason Mewes ofreciendo una colección de gestos y expresiones faciales muy exagerada (hay que reconocerlo, Kevin Smith actúa mejor cuando no actúa).
Decentes y poco más la guapísima Shannen Doherty y un Michael Rooker que protagoniza una de las secuencias más escatológicas del film. En breves apariciones vuelven Walt Flanagan, Bryan Johnson, Ed Hapstak, Scott Mosier, David Klein y un irreconocible Brian OHalloran (encarnando a un patético individuo cuyo apellido es el mismo que el de Dante (¡!) ). Los jóvenes fascinados con ¨Clerks¨ seguro que esperarían en ¨Mallrats¨ una obra a la altura del debut de Smith, pero desde luego estaban equivocados, pues este segundo trabajo, a pesar de apoyarse en unos patrones similares (ampliando el escenario, eso sí), juega en una liga muy distinta.

Taquilla y crítica tampoco respondieron bien; el director saborearía la hiel del fracaso antes de realizar su última obra memorable: ¨Persiguiendo a Amy¨.
Por mi parte he de admitir que, pese a sus fallos, le sigo teniendo un cariño muy especial. Tanto más cuanto que fue la primera película que descubrí del nativo de New Jersey.


Impacto Súbito Impacto Súbito 14-10-2022
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Unos atracadores siembran el pánico en una cafetería, amenazando a los clientes y trabajadores, incapaces de defenderse...
De repente aparece él, Harry Callahan, impertérrito, y con voz firme anuncia ¨Nosotros no consentiremos que os vayáis¨.

Tras desenfundar su mágnum y acabar con casi todos los criminales, se acerca al único de la banda, le clava su mirada y le espeta ¨Anda, alégrame el día¨. Momento mítico donde los haya en la Historia del cine (y aunque esas palabras ya fueran pronunciadas, aunque con sus variaciones, por Gary Swanson en ¨La Jauría del Vicio¨, realizada un año antes) que significaba una cosa muy importante: el inspector de San Francisco volvía, por fin, y más duro y expeditivo que nunca.
Habían pasado siete años desde que Eastwood se metiera en la piel del agente en ¨The Enforcer¨, que, a pesar de contar con una trama interesante y grandes dosis de acción, era la entrega más floja de la saga hasta el momento (luego llegaría ¨La Lista Negra¨ y se posicionaría la primera), donde aparecía un Callahan despojado de su identidad, cercano a la autoparodia y sucumbiendo a la corrección política que tan ansiosamente pedían los críticos de la época al actor/director. Sin embargo, y por suerte, éste tendría la oportunidad de resucitar al personaje con la dignidad y dureza que se merecía, la que fue perdiendo desde ¨Magnum Force¨, tras los sonados fracasos de ¨El Aventurero de Medianoche¨ y ¨Firefox¨.

Y lo haría tanto delante como detrás de la cámara a partir de la historia de Charles Pierce y Earl Smith, donde se narraba el brutal y justo castigo que una mujer aplicaba a los indeseables que diez años atrás habían violado a su hermana pequeña, ahora en estado vegetativo; un ¨thriller¨ al estilo del ¨Ángel de Venganza¨ que iba a realizarse con Sondra Locke, pareja de Eastwood entonces, de protagonista (ello justifica el que su personaje adquiera más importancia que Callahan), pero que el escritor Joseph Stinson terminó adaptando al universo del celebérrimo policía.
Tras un intenso y oscuro prólogo próximo a una intriga de DePalma (¨femme fatale¨ rubia incluida), cuyo estilo se mantendrá durante todo el film, volvemos a ver a un Harry entrado en años pero sin haber modificado su tren de vida (¨Callahan es la constante de un universo cambiante¨); esta vez no tiene más remedio que tomarse unas vacaciones lejos de una San Francisco donde el crimen es algo que sigue a la orden del día, pues las amenazas contra su persona van en aumento. Pero antes de su partida la película se tomará mucho tiempo con los protagonistas de manera individual para que su futuro encuentro resulte más o menos creíble.

Esta vez el plano aéreo con el que siempre finalizaban las entregas de la saga sirve para trasladarnos a otra ciudad, San Paulo (lejos de descansar, Callahan se enfrenta a un atracador nada más llegar), y las coincidencias le llevan a cruzarse con la desconocida mujer justiciera, una habilidosa artista que se está cobrando su venganza y que tiene desconcertada a la agencia de policía, sobre todo al adusto jefe Jannings, quien reniega de ese oficial de ciudad intruso (al igual que ocurría en ¨La Jungla Humana¨, solo que esta vez un policía de ciudad llega a un pueblo). Reinvención de la saga al tiempo que recuperación de su máxima, gracias a Jennifer, reflejo del propio policía, su inhibido liberado, que impregnaba todo el discurso de la primera parte: la justicia y la ley van por distintos caminos.
La ley inclinada del lado de la tolerancia y, en última instancia, de la corrupción, olvidando quiénes son los criminales y quiénes las víctimas, por lo que aplicar justicia es el único camino de hallar una paz y un equilibro que el iluso sistema judicial impide constantemente. Esa es la vía que le queda a Jennifer, desamparada, olvidada y dispuesta a cruzar al ¨otro lado¨, incluso si eso significa autodestruirse (atención a la escena en la que dispara a su reflejo en el espejo), para así ocupar su lugar entre los indeseables, los desalmados, pues en ella ya no existe ni un solo rastro de fe, la cual, por otro lado, recuperará gracias a Callahan (quien se olvida de perseguir terroristas o asesinos para introducirse en una trama de venganza personal justificada).

¨Impacto Súbito¨ deja intrigas sociopolíticas y se revela más sombría, sórdida e intimista que sus predecesoras; la oscuridad envuelve desde el principio tanto a la ¨hitchcockiana¨ trama, llena de suspense e intriga y más emparentada con el debut de Eastwood, ¨Escalofrío en la Noche¨, que con las anteriores entregas de la saga (quedando a años luz de aquella ¨The Enforcer¨), como a Callahan, a quien se le devuelve toda la fuerza, socarronería y carisma de antaño, esa que logró que le entendiéramos y admirásemos como implacable defensor de los débiles; aunque sin olvidar las correspondientes dosis de acción, violencia y humor, aquí reducido al mínimo.
Acompañando al actor/director, que maneja con nervio constante el misterio y la tensión, está una ambigua y enigmática Sondra Locke en uno sus mejores papeles (el último que realizaría junto a él) y a algunos de sus viejos colaboradores como Pat Hingle, Bradford Dillman y Albert Popwell, estos dos últimos habiendo aparecido en ¨The Enforcer¨ (aunque no les veríamos en la innecesaria 5.ª entrega). En el apartado técnico destaca la música de Lalo Schifrin y el gran trabajo de fotografía del veterano Bruce Surtees, que tiende a la oscuridad perpetua y envolvente.

Vuelta a las raíces desde un punto de vista innovador; a pesar de su algo mediocre final, ¨Impacto Súbito¨ se posiciona directamente tras la original y Eastwood coloca a su álter-ego frente al espinoso tema de la violación, demoliendo de nuevo la falsa imagen reaccionaria que todos tenían de él.
Y sobre todo queda como un pequeño gran clásico del ¨thriller¨ de los 80, de alguna manera anticipando la próxima ¨En la Cuerda Floja¨, donde por fin Harry, con otro nombre, haría frente a sus demonios interiores.


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